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El chileno Fernando Celedón y Alejandro Martínez, de Colombia, son dos artistas circenses que han conocido el mundo gracias a su trabajo en la carpa, donde en cada acto intrépido, arriesgan su vida con tal de conseguir el aplauso.
A 13 metros de altura se juegan la vida sobre “El péndulo” o la “Rueda de la muerte”, llamada así porque en sus extremos, y a toda velocidad, ambos corren y saltan incansablemente sobre dos círculos metálicos, sin que ninguna protección o red los pueda librar de una caída súbita.
Desde la República de Chile, Fernando Celedón, un hombre de 40 años, de estatura media y actitud jovial, platica que su vocación la heredó de su familia, cuyos miembros, al igual que él, dedicaron su juventud a las alturas.
“Mi papá era trapecista, desde pequeño yo le dije que quería hacer lo mismo que él, pero el no quería que realizara un acto de altura, aunque al final igual lo hice porque me gusta el peligro”, relata, y confiesa que de toda su familia su mamá es la única que no se integró a las actividades circenses. “Mi papá la conoció en un show donde ella formaba parte del público, se enamoraron y se la llevó en la caravana”, cuenta entre risas.
Su compañero, Alejandro Martínez, originario de Bucaramanga, Colombia, relata que pertenece a la tercera generación de cirqueros en su familia, en la que su padre destacó por un acto especial de fuerza, y su madre, en la técnica de la suspensión capilar donde el soporte lo da el propio cabello.
“En el circo uno no aprende sólo un acto, aprendemos varios; desde hacer acrobacias en el piso, colgarse en el trapecio, caminar por la cuerda floja, saltar en el trampolín y hasta hacer de payaso, entonces al final uno escoge lo que más le gusta, yo elegí el ‘Péndulo de la muerte’ porque me apasiona”, comenta Martínez, quien gracias a su destreza y talento, ha sido contratado para presentarse en Venezuela, Ecuador, Corea, China y Japón, donde radica desde hace 10 años y en cuyas fronteras fue contactado por los empresarios de El Circo del Miedo, para que este año formara parte del tour “Psicosis” al lado de Celedón, quien fue contratado en Chile durante la tradicional temporada de circo.
“Allá el circo es patrimonio nacional, y hay temporadas específicas, sobre todo en las fiestas patrias, donde toda la gente va al circo; generalmente es cuando los artistas exponen su trabajo como en una vitrina y dan lo mejor de sí; empresarios de Europa y de diferentes lugares del mundo asisten para conocer nuevos talentos”, dice, y asegura que además de sus acróbatas y malabaristas, Chile se distingue por tener los mejores payasos del mundo, como el reconocido Tony Caluga.
Este año, los artistas de la carpa formarán parte de una gira por todo el país, en la que más de 30 profesionales de diferentes estados de la República, y de otros lugares del mundo, presentarán un espectáculo postapocalíptico en el Circo del Miedo.
“Nuestro acto es muy peligroso, si no contáramos con la suficiente condición física, de tanto correr podríamos cansarnos y tropezar”, asevera el artista colombiano y comparte que la preparación comienza desde muy temprano, y se combina con horas de gimnasio y una alimentación balanceada. “Hay que ensayarlo todos los días, es como los futbolistas, necesitas estar muy bien físicamente para hacerlo”, agrega Fernando.
Finalmente, ambos coinciden en que no ven su vida lejos de las carpas, pues nacieron y crecieron en ellas, y difícilmente podrían adaptarse a una vida convencional, en la que tengan que establecerse en un sólo sitio y adaptarse a horarios de oficina.
“La gente de la ciudad me pregunta que si es aburrido o difícil dedicarse al circo, pero al contrario, es muy bonito, conoces mucha gente y diferentes culturas. Para nosotros, lo verdaderamente complicado sería quedarnos estables en un lugar y asumir una vida dentro de este sistema”, puntualiza Celedón.
bft