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Los hermanos Joe and Moy saltan el escenario y sacan una paloma de la nada. Hacen bromas con su nombre: "No se llama paloma, es gringa, se llama Palom". Risas.
El lugar es el QBO, centro de espectáculos del restaurante El Caserío de Querétaro, donde se presentarán una vez al mes, en lo que resta del año.
Un centenar de comensales esperan a los ilusionistas, la mayoría, incrédulos de la magia, pero ansiosos por ver desaparecer algo.
Joe amenaza con quitarse la ropa: "por 200 pesos me voy a encuerar", advierte. Más risas.
Joe se oculta bajo una manta plateada. Uno, dos, tres segundos y cambia de ropa, nuevo vestuario: pantalón, camisa, cinturón. La gente se empieza a animar. Aplausos y algunos "¡wooow!".
Una dama se levanta y hace camino al baño. "No se vaya, se va a poner bueno", le dice Joy. La dama se sonroja, pero sonríe mientras busca el baño.
Los magos invitan a un parroquiano, con baso jaibolero en la mano. Se lo quitan y tiran su contenido. El parroquiano pone cara de tristeza. Los magos le prometen una mejor bebida. Con magia, llenan una lata de refresco y aparecen la bebida y hasta hielos. El parroquiano toma feliz su copa.
Algunos trucos pasan desapercibidos y la gente no entiende muchos de los chistes, como matar una paloma de hule con un dedo de donde sale una bala imaginaria y lumbre. Aplausos.
Los magos hacen algo más asombroso para impresionar a los espectadores.
Qué tal un cubo Rubik que se arma solito en el aire o el tradicional juego de la carta marcada que aparece y desaparece.
"Paleros", grita un impertinente bebedor. Otro lanza un mal chiste en el escenario. "El show es nuestro", declama Joy. Es broma y todos ríen.
Joy hace un truco de rutina, que nunca falla: se traga un globo entero y lleno de aire. Le pide a un asistente improvisado que haga lo mismo. El asistente pone cara de susto y dice que no.
En las pantallas aparecen y desaparece imágenes y leyendas: "Los peligros de la magia no son sus conocimientos, sino sus aplicaciones"; "Toda la magia está en la mente", “Telepatía: capacidad de leer los pensamientos".
Una caja pende del techo del lugar, es transparente y esconde algunos objetos. Una persona del público es la encargada de cuidarla. La sorpresa está reservada para el final del espectáculo.
El mérito de los hermanos magos Joe and Moy es en realidad desaparecer el mal humor y despertar la curiosidad y al parecer, siempre lo logran.