Dos años antes de 1964, en un congreso internacional de arquitectura de museos, el arquitecto Jorge Campuzano dijo que el Museo Nacional de Antropología (MNA) se abriría el 17 de septiembre de 1964, una persona, “un poco en burla, preguntó: y nos podría decir ¿a qué hora lo van a inaugurar?”. “Sí señor, contestó, a las 10 de la mañana”. Y así fue.

Esta anécdota fue contada por el museógrafo fundador del MNA, Mario Vázquez, en una de las conferencias organizadas en el marco del 50 aniversario del museo, en la que participaron los museógrafos Iker Larrauri, Jorge Angulo y Manuel Oropeza, radicado en Querétaro, quien fue el encargado de abrir la charla, platicando desde el antiguo recinto de la calle de Moneda al MNA de Chapultepec.

A 50 años de la inauguración del MNA, en el sexenio de Adolfo López Mateos, las historias en torno a la creación de este gran museo retoman su ánimo. Y los museógrafos platicaron las experiencias y vivencias de su participación en la creación del lugar hasta el momento en que fue inaugurado.

Los problemas constructivos y museográficos que se presentaban tenían que ser resueltos al momento y de forma eficiente, como fue el caso de Tláloc de Coatlinchán, que recibe a todos los visitantes del MNA y es considerado el quinto monolito más grande del mundo.

Este Tláloc de piedra, encontrado en Santa Clara, Coatlinchán, fue trasladado en abril de 1964 al MNA, pero no llegó a tiempo según el plan de los museógrafos, quienes le tenían destinado un lugar privilegiado en una de las salas, como principal elemento mesoamericano.

“Cuando llegó ya no podía entrar, ya era demasiado tiempo, se quedó allá afuera, castigado, pero quedó mejor”, dijo Mario Vázquez, y, actualmente, es símbolo del MNA. Para la celebración de este aniversario fue restaurado por especialistas, lo mismo que El Paraguas y algunas maquetas.

Otra de las anécdotas contadas en esta charla, fue sobre El Paraguas, situado en el patio central del museo y que, ante las primeras temporadas de lluvia, se convirtió en una fuente, lo que obligó a sus creadores a habilitarlo como tal.

Todo el conocimiento antropológico, museográfico, arquitectónico y técnico, estuvo presente en la creación del MNA. Se consiguió desde una piedra especial para edificar el sitio. En el caso del alumbrado, el escenógrafo Julio Prieto tuvo que trasladarse a Nueva York con la finalidad de adquirir los reflectores que dieran una correcta iluminación, y esos fueran teatrales.

Los aventureros

Iker Larrauri y Jorge Angulo platicaron también su experiencia, desde su estancia en el antiguo museo de la calle de Moneda hasta el MNA. Describieron su profesión, como toda una aventura.

Asimismo, Oropeza destacó el trabajo de quienes participaron en los viajes que se realizaron a distintos estados para reunir las piezas de las colecciones permanentes. Lo mismo que los pintores de brocha gorda, quienes creaban los tonos según las necesidades de cada sala. De los pequeños detalles que hoy forman parte de la historia.

En el trabajo de todos que participaron en la creación del recinto, que llegaron a ser cuatro mil personas, siempre estuvo presente una fecha: el 17 de septiembre de 1964.

El día de la inauguración, el entonces presidente Adolfo López Mateos, declaró: “el pueblo mexicano levanta este monumento, en honor de las admirables culturas que florecieron durante la era precolombina, en regiones que son, ahora, territorios de la República”.

Pero el museo también “funcionó como prestigio hacia al exterior, funcionó como imagen de México, funcionó como símbolo de México”, añadió Mario Vázquez. Y con tantos jóvenes y niños que lo han visitado y las nuevas generaciones que lo seguirán recorriendo, continuará en funcionamiento.

Para el 19 de septiembre, en el marco de la celebración del 50 aniversario del histórico recinto, está programada la conferencia con Mercedes Olivera, Andrés Medina, Zaid Lagunas y Otto Schumann, en el museo del auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología.

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