Trajes de colores vivos, adornos de paja o de plantas verdes y tocados de hermosas flores coronaban la cabeza de las bailarinas que, con motivo del XVII aniversario de la escuela de danzas polinesias “Tiare Apetahi Raiatea”, representaron bailes originarios de cálidas islas como Hawai y Tahití.
La presentación tuvo como hilo conductor una historia de amor, ya que previo al inicio de la canción “Tino mahanahana”, se contó la historia de dos jóvenes que se conocieron en una isla de Hawai y se enamoraron, sin embargo, uno de ellos tuvo que regresar a su ciudad y nunca más volvieron a verse.
El primer cuadro de la noche fue “El Kahikos”, una danza que en la antigüedad era dedicada a las deidades y hechos ancestrales de Hawai, en la que las alumnas aparecieron descalzas para así facilitar la conexión con la tierra, representando a la perfección aspectos de la naturaleza y los dioses.
Con el ipu —instrumento utilizado en este tipo de baile— y que estuvo presente en cada una de las coreografías, las participantes movieron las caderas con cadencia y elegancia para ofrecer al público un gran espectáculo en el que fueron repetidamente ovacionadas.
“Naue ona manu”, fue el segundo tema musical con el que las alumnas de distintas edades deleitaron al auditorio; se trató de un baile tradicional que imita a las aves de la isla de Hawai.
Vestidas con mores —voluptuosas faldas de rafia a modo de paja—, las chicas se prepararon para interpretar el tema “Ike ike one kani a o nohli”, en el que se hace remembranza al ruido generado por los granos dorados de la arena.
El turno para las más pequeñas llegó con la canción de “Hana Chant”, quienes ataviadas con sus característicos vestuarios en color verde, fueron las más aplaudidas, ya que los espectadores reconocieron el esfuerzo de las niñas por aprenderse los pasos.
Con flores, selfies y un sinfín de aplausos, las participantes fueron despedidas del escenario, donde demostraron su gran pasión por el baile.
La presentación culminó con el agradecimiento de la fundadora y directora de la academia, Erika Ortiz Olvera, quien reconoció a todos los padres de familia que hacen posible que este recinto siga sus curso, así como a la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro.