Una maleta, un pequeño paraguas, una silla y un globo en forma de estrella sirven para crear un mundo en el que Atalo Robles une el juego y las emociones de la danza clown a través de un espectáculo titulado Giroscopio.
Propuesto por Carpa Mística, el montaje de Giroscopio comenzó a desarrollarse hace dos años, tiempo en el que se ha presentado en diferentes festivales de danza contemporánea y con la integración del arte clown ha tenido la libertad de recrearse en espacios públicos.
Y para iniciar el 2014, todo el mes de enero se presentará en la biblioteca infantil del Centro Cultural Manuel Gómez Morín, con funciones los días viernes a las 18:00 horas, y domingos, a las 13:00 horas. Además tienen programado para el mes de junio una temporada en los Domingos Infantiles del Teatro de Ciudad (antes teatro Alameda).
El azar, la participación del público y las propiedades físicas del espacio donde se desarrolla la función marcan la atmósfera y el juego.
“La interacción de la gente dentro de la anécdota es primordial”, explica Atalo Robles, y añade que en cada espacio donde se presenta Giroscopio “se trabaja en cómo se puede nutrir el espectáculo. Los espacios que se utilizan prestan muchas eventualidades, muchas sorpresas, siendo siempre el azar una de las formas en las que estoy acostumbrado a trabajar. Tomar en cuenta las diferentes expresiones que suceden alrededor del espectáculo y utilizarlos de catapulta para crear”.
Como próximos proyectos para el joven bailarín y clown, está su participación en una temporada más amplia de “Había una vez un elfo”, un espectáculo de poesía, danza, música y clown que rescata parte de la obra del poeta portugués Fernando Pessoa. Y con Giroscopio pretende continuar presentándose en distintos escenarios mundiales.
El niño, la danza y el clown
La historia de Atalo Robles como bailarín comenzó hace más 15 años, cuando realizó su audición para ingresar al Colegio Nacional de Danza Contemporánea, sin siquiera haber tomado antes clases de danza.
“Se me dio la oportunidad de poder aprender a través de mi cuerpo pero en el Colegio fue donde empezó todo, fue ahí donde descubrí que había una voz muy fuerte que venía de mí, en el cuerpo encontraba una gran oportunidad sobre todo de disfrutar, fue ese gozo y ese gusto el que me despertó la idea de poder bailar”, recuerda Atalo Robles.
En su estancia en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea, institución creada por Guillermina Bravo (1920-2013) reconocida como la “madre de la danza en México”, Atalo no tuvo contacto cercano con la legendaria bailarina.
“La verdad me hubiera encantado acercarme a ella, pero esa época en el Colegio Nacional de Danza era muy poco comunicativo, era muy tímido y un ser en un conflicto bastante fuerte, la parte social estaba negada y en ese momento el acercarme a Guillermina Bravo era un poquito difícil, también porque la señora era muy imponente, fue una persona que dio tanto, hizo tanto y la sencillez estaba ahí, atrás de ese cigarrillo y ese café”.
El convertirse en padre aportó una nueva visión a su vida creativa, porque comenzó a desarrollar diferentes actividades lúdicas enfocadas a la atención infantil. Después vino Blas Villalpando, con quien aprendió el arte de ser clown.
“Con Blas pude aprender a vivir y asimilar lo que es un clown, de qué manera se alimenta, de qué manera sobrevive. El clown es un ser lleno de ilusión pero sin ser un incrédulo, la inocencia y ese estado de ilusión, son dos cosas que vienen a fortalecer mi lenguaje”.
Uniendo la danza y el clown, Atalo ha encontrado la formula para acercarse a todo tipo de públicos, y a través del arte ha descubierto que también se puede sanar.
“Logré el contacto con mi niño interior y pude visitar a todos esos niños que están en su presente o que están ahí adentro de ese adulto, el arte es una forma no solamente de embellecer la escena, también sé que las personas pueden aliviase y sanar algo”.