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Barberías de antaño, ¿Las recuerdas?

Barberías de antaño, ¿Las recuerdas?
15/02/2014 |01:01
Redacción Querétaro
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Hacerse la barba no es cualquier cosa, dice Leobardo Ortega, de la barbería La Antigua de Querétaro. "Es un arte, un placer", dijo.

La toalla debe estar humeante de caliente, sólo debe cubrir la parte con vello facial, la espuma es espesa y no debe secar la piel.

Para relajar al cliente, nada mejor que música de la década de los años 30 y, si le apetece, un refresco, un whisky o un tequila.

Se debe cortar la barba lentamente y con cuidado. El trabajo con la navaja se hace con la precisión de quien arregla un reloj antiguo y la habilidad del ladrón que abre una caja fuerte.

Explica que sólo en hacer una barba se demora más de 45 minutos. Finalmente, el cliente se relaja "y muchos se quedan dormidos y hasta roncan", contó Ortega de 45 años, de los cuales 20 los ha dedicado a su oficio.

La idea es que la gente se sienta feliz y no sólo que se vea bien. "Hasta un poco sicólogos tenemos que ser, debes tener carisma y ser humilde para atender a la gente", manifestó Ortega.

Anteriormente, cuenta, hubo una época dorada de las barberías, desde los años 20’s hasta los 40’s.

En Estados Unidos se llamaban barber shops y en México simplemente peluquería o barberías.

Se les llama "barberos" y el nombre no tiene nada de despectivo: "Porque a eso nos dedicamos, a hacer barbas", dijo don Leobardo.

El concepto y la decoración de este establecimiento es retro. Es como un museo a donde la gente acude para cortarse el pelo y apreciar piezas antiguas. Incluso, los barberos llevan chalecos, camisa y pantalón, como en los años veinte.

Haciendo historia

El estilo de barbería antigua existe en Querétaro desde hace nueve años y tiene dos sucursales, una frente al parque de la Colonia Carretas y la otra sobre Pasteur. Además, tienen planeado abrir varias más.

"Una vez entró un señor argentino, y se puso a ver todo lo que había, se sentó y se puso a llorar; yo le pregunté si le pasaba algo; nada, estoy bien, me respondió, es que todo esto me recordó a mi padre que ya murió".

Todo en este establecimiento es añoranza: un viejo refrigerador de una marcade refrescos de cola, un gran radio de madera, unos lentes inservibles de pasta, relojes que han derretido sus manecillas en una hora específica hace tiempo.

Una fotografía es la más querida por don Leobardo Ortega. Fue tomada en Irapuato, Guanajuato, y en ella se aprecian a varios hombres, ente ellos a Raúl Velasco, el desaparecido presentador de televisión.

Sucede que antes de ser famoso y el manda más de los cantantes con su finado programa Siempre en Domingo, Raúl Velasco fue "chícharito de peluquería", es decir, alguien que barría, limpiaba e iba por los refrescos. "Esa foto me gusta mucho", dice don Leobardo.

También se pueden apreciar fotografías de barberías viejas, la mayoría de Estados Unidos. En Querétaro existió La Elegancia, en 16 de septiembre; el Gran Hotel, en Corregidora; y la peluquería Alfonso XIII, así se llamaba el sitio y el dueño.

Sólo para caballeros

Los barberos de este sitio están contra las estéticas unisex. "Antes el servicio era sólo para caballeros, nada más corte y barbas, era todo lo que se hacía", relató Leobardo Ortega.

"Han venido muchas mujeres a pedir que se les haga el servicio, pero no, a ninguna mujer se le hace", informó el empleado.

Antes, una barbería era lugar atendido por y para hombres, ahora eso ha cambiado. Ahora, incluso en este peculiar sitio, existe una "barbera" porque "siempre hay gente que quiere ser atendido por una mujer".

Don Leobardo Ortega tiene dos teorías que explican por qué las barberías tradicionales han pasado de moda: "Uno es el factor tiempo, porque siempre andamos a las prisas; y la otra económica, porque contamos con clientes que vienen a hacerse la barba cada semana".

El barbero es como un cura, tiene prohibido decir nombre y datos de sus clientes, pero juran que varios gobernadores y gente importante los han visitado.

Pero, en este lugar tampoco hay privilegios y todos son importantes. "Un día llegó El Payo (Octavio García), se vino a hacer la barba y tuvo que esperar su turno, como todos", narraron.