Señora, que sus hijos ya no le rompan las esferas del árbol de Navidad, que se las coman. Para eso, Jovanna e Irene, madre e hija, han creado una cup cake en forma de esfera navideña.

“Siempre nos preguntan ¿y se comen? Les decimos, claro, para eso son”, contaron.

Las empresarias y reposteras querían unir la necesidad de tener una pastelería que ofreciera productos de calidad, a buen precio e innovadores.

Estas dos mujeres, madre e hija, unieron el talento con la belleza y resultó una esfera navideña que se puede comer.

Lo del arte y la repostería les viene de familia. Artistas por un lado y chefs por el otro.

“Entonces empecé a hacer pasteles para los cumpleaños de mis hijos, porque yo sentía que no había lo que yo quería”, contó Irene, la hija.

También empezó a preparar pasteles para las fiestas infantiles y festivales de los hijos.

“Normalmente cuando llevas los pasteles a la escuela te los regresan todos, pero a mí me regresaban sólo la charola vacía”, recordó la empresaria.

“Me preguntaba si no vendía y empecé a hacer como para regalos y cosas por el estilo”, explicó Irene.

Juntaron sus ganas de comer un buen pastelito y las ganas de hacer algo bonito.

Para estas dos emprendedoras, preparar cup cakes no es un trabajo, “es algo de lo que estamos enamoradas”, confesaron.

“Queremos hacer algo artístico, de hecho, terminamos de hacer algo y nos aplaudimos”, manifestó Irene, la hija.

Todos los productos de los cup cake son caseros, desde el pan hasta la crema batida.

“Como te lo daría a comer algo tu mamá, algo de buena calidad y bien hecho”, expresó Jovanna, la mamá.

También es una cosa de generación, desde la abuela, “ella los hacía para nosotros”, recordó Jovanna.

“Que la gente te pida cada vez más es nuestro mayor aliento, es algo muy bonito”, afirmaron estas dos empresarias.

La idea de ambas es montar un local y vender cup cakes de todos los gustos y colores.

“La promoción es hecha por Internet, no queremos montar un local y bajar la calidad de los productos”, informaron las reposteras.

Jovanna e Irene se confesaron reposteras empíricas, aprendieron por su cuenta, aunque sí tomaron un par de cursos.

“Nos vamos guiando sobre nuestros gustos. Hacemos algo y decimos: ¿A qué te sabe? ¿Te sabe bien? Entonces quedó”, concluyeron.

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