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¿Qué dejó la quinta edición del Corona Capital? Lodo y más lodo, y lluvia, y una empapada de miedo. Pero también dejó el buen sabor de ver a grandes bandas y escuchar a tres genios del rock, casi al mismo tiempo: Jack White, Damon Albarn y Beck.
White dio un concierto lleno de energía y perfecto, como siempre, un show impresionante, bajo una luna igual de impresionante, que se apareció, en son de paz, luego de una tormenta.
Albern eligió temas más armónicos, lentos, demasiado lentos para una raza mojada, cansada y enlodada. “Qué bonito canta”, dijo un muchachito alcoholizado. Lo mejor fue cuando el inglés tocó ‘Clint Eastwood’ y el Corona Capital se convirtió en un karaoke gigante, y demostrando que Albarn, aún sin Gorillaz, su banda animada, es y será siempre un Gorilla.
Beck fue recibido con el grito de “Güero”, “¿Cómo ven? Que buena onda”, dijo el músico. Al final, un palomazo dedicado a alguien que no era güero, pero lo quiso ser: Michael Jackson, con ‘Billie Jean’ de ‘Thriller’, de 1982.
Los que han asistido varias veces al Corona Capital, en el Autódromo Hermanos Rodríguez, en la ciudad de México, se previenen, porque saben que un reventón de rock masivo con miles de niñas adolescentes en “chorcito” se puede convertir en la versión rockera de una colonia pobre de Ecatepec, sucia y anegada.
Los profesionales que cubren la nota también lo saben y toman sus precauciones, porque hace frío y llueve, no siempre, pero llueve, y en el peor de los casos, como el sábado pasado y el domingo en menor medida, puede caer un chaparrón marca Diluvio.
Lo necesario para internarse en esa aventura: tenis, agua, impermeable, gorrita, bloqueador, dos limones para espantar el frío, y alguna pastilla legal para quitar el dolor de pies por el cansancio de tanto caminar de un escenario a otro, y de tanto tropezar con adolescentes que caminan, chela en mano, como zombis de The Walking Dead.
Para novatos, como este reportero, que van al Corona Capital como si fueramos a cortar margaritas, sin nada con qué protegerse,no hubo piedad, frío y agua nos zarandearon de lo lindo.
Fueron dos días de festival y 60 bandas, entre buenas, malas y excelentes, en cuatro escenarios que llevan nombre de cervezas y fritangas. Más de 30 horas de música y kilómetros que recorrer, de ida y vuelta, todo el día, de escenario a escenario.
El Corona Capital es un Six flags con bandas de rock, mercado de comida rápida y cerveza, donde para conseguir una hamburguesa había que formarse hasta una hora, con frío y lodo, y sentirse como en un campo de concentración Nazi, haciendo fila para recibir un jabón y DDT para piojos.
Este año, el Corona Capital se convirtió en ‘Corona Lodazal’, zona no declarada de desastre, como escenografía de película china de y zombis contra indigentes vestidos con bolsas de súper, y banda sonora de rock.