Hay cantinas capaces de contar la historia de Querétaro, tal es el caso de Campoamor, un establecimiento con más de 60 años de antigüedad, que con el tiempo se ha logrado renovar sin perder su esencia, e incluso conserva elementos de antaño, tales como sillas de madera, mesas, una caja registradora y una rockola ¡de acetatos!
Haciendo honor a la tradición, en el menú se ofrece una amplia variedad tanto de alimentos como de clásicas bebidas cantineras, entre las que destacan las famosas sangrías, y por supuesto los caballitos derechos de tequila, además de la piedra a base de fernet, entre otros imperdibles.
Paz Alaniz heredó la tradición familiar de este sitio, ya que es hija de Jesús Alaniz y Francisca Morales, quienes fueron los fundadores de Campoamor.
“Ha sido difícil tener el bar, normalmente cuando llegan a un lugar como este preguntan por el dueño y quieren invitarle un trago, pero al ver que soy una mujer, se asombran. Contamos con mucha gente que viene desde hace años, así que ya están y estoy acostumbrada, sólo hay que ponerse serios”, narró Paz, quien ha continuado este legado con la ayuda de sus hijas, Alejandra y Esmeralda.
En Campoamor se ofrece comida casera preparada con las recetas originales de la señora Francisca, además de las noches bohemias, en donde los clientes asiduos y nuevos comensales buscan pasar un rato ameno recordando la nostalgia de tiempos antiguos, a través de boleros y baladas románticas.
“Me gusta que estén contentos, cuando preparo los alimentos me da agrada ver que se comen todo y cuando llega la música, escucharlos cantar”, sonríe Paz, mientras describe aquellas veladas.
Ente los asistentes a estas noches especiales destaca un grupo peculiar nombrado “Deportistas del pasado”, que este 2018 cumple 25 años de reunirse —cada mes— para pasar un ameno rato de pláticas entre amigos.
Este selecto clan está integrado por personalidades del ámbito cultural queretano; desde actores como los Rabell Fernández, entre otros escritores y amantes del arte. “Es como el club de Toby, porque no quieren a ninguna dama”, expresó Alaniz.
El equipo de Campoamor tiene un cariño especial a las personas que frecuentan el establecimiento, por ello las paredes son adornadas con fotografías de momentos especiales, que van desde agrupamientos y presentaciones, hasta conmemoraciones especiales.
“He estado tentada a cerrarlo pero mi familia y mis amigos me impulsan a continuar, me dicen que es un lugar con mucha tradición”, concluyó Paz.