Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y que ha sido publicado en la revista British Medical Journal afirma que una dieta basada en frutas, verduras, productos integrales y algunos pescados, reduce considerablemente el riesgo de parto prematuro en las mujeres embarazadas.

Los investigadores realizaron un cuestionario a 66.000 mujeres embarazadas, en éste se preguntaba por el tipo de alimentos y bebidas que habían estado ingiriendo desde que supieron que se habían quedado en ese estado. Aparte del análisis de estos datos, también accedieron a información de otra índole como estilo de vida, formación, ingresos, peso, actividad física, consumo de alcohol, así como el historial médico familiar de partos prematuros.

El examen de todo este volumen de información dio como resultado que las mujeres embarazadas que seguían una dieta saludable tenían, aproximadamente, un 15% menos de riesgo de parto prematuro en comparación con aquellas que seguían una dieta normal, sin muchas restricciones.

“Esta es la primera vez que podemos vincular estadísticamente hábitos alimenticios saludables para reducir el riesgo de parto prematuro”, manifiesta Linda Englund-Ögge, quien es investigadora de la Universidad de Gotemburgo.

EL DEPORTE TRANSFORMA EL CEREBRO

“El deporte tiene el poder de cambiar el mundo”, afirmó alguna vez Nelson Mandela. A pesar de que esta afirmación sea aún difícil de demostrar, lo que sí se ha comprobado es que la actividad física puede cambiar la estructura, así como el funcionamiento del cerebro, incluso en personas de edad avanzada.

Un estudio publicado este mismo año por la revista Neurobiology of Aging demuestra la importancia de un estilo de vida físicamente activo para mantener una buena salud cerebral.

Un grupo de científicos de la Universidad de Uppsala, en Suecia, preguntó a 331 hombres y mujeres de 75 años acerca de la cantidad de ejercicio que realizaban cada semana.

Clasificaron los niveles de esa actividad como ligera (como caminar o practicar la jardinería) o intensa (nadar, correr…) siempre que se realizaran durante un mínimo de 30 minutos. Asimismo, este grupo de personas mayores se sometió a una evaluación de varias de sus capacidades mentales, además de una prueba de resonancia magnética, la cual permitió el análisis de la estructura de sus cerebros.

Los resultados de esta investigación mostraron que el nivel de actividad física se relacionaba positivamente con un mejor estado cognitivo general y con una mayor fluidez verbal, al mismo tiempo que volvía a los sujetos más activos más rápidos en la resolución de una tarea de atención alterna y memoria. Al analizar las imágenes de resonancia magnética, se observó un mayor volumen de la sustancia gris en el lóbulo parietal, y de forma particularmente importante en una zona conocida como el precuneus, la cual se afecta significativamente en la enfermedad de Alzhéimer. También se encontró más volumen en la sustancia blanca cerebral.

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