La academia de danza Proart de Querétaro clausuró cursos con un espectáculo en el Teatro Metropolitano.
Al final del show, la directora del colegio, Adriana Covarrubias Herrera, encabezó un cuerpo de un centenar de bailarinas, de todas las edades y de todos los tamaños, y dijo que “la belleza y el arte son capaces de cambiar el alma”.
Porque este año una de las cualidades del festival de fin de curso de Proart es que la música nunca paró y las coreografías se seguían una tras otra, enlazadas por un muñeco de trapo.
Fueron escenas que en sus sencillez escondían una gran complejidad para un grupo de niñas que todavía no alcanzaban los 12 años.
No se pudieron evitar fallas ni la descoordinación de las niñas, pero fue lo de menos, finalmente no era una competencia de danza, sino una manera de agradecer a los padres el esfuerzo de hacer lunch todos los días y lidiar con niña en tutú en el tráfico para que tomara sus clases.
Conforme avanzaba el espectáculo, la edad de las participantes también aumentó y la complejidad de los pasos se multiplicó.
En pocos minutos, las alumnas y las maestras, también como parte del cuerpo de baile, demostraron por qué la academia de danza Proart es una de las mejores del estado, y posiblemente del país, en zapateado flamenco, en danza aérea y danza moderna.
El público presente en el Teatro Metropolitano fue otro show. No eran sólo padres, madres y hermanos apoyando a sus pequeños.
Tampoco era nada más el novio o el amigo, cargando manojos de flores para la amiga o la novia que se graduó o que pasa a un nuevo nivel.
O la pareja de nuevos papás que veían a sus niñas de tres años seguir con dificultad los pasos de las más grandes.
Eran cientos de padres de familia, henchidos de orgullo de ver en coreografías harto complejas interpretadas por nenas de tan poquitos años.
Era un público que fue cautivado por algo que no parecía un festival de escuela, sino por su complejidad, un gran un espectáculo de danza por el cual, cualquiera podría pagar un boleto para verlo, sin necesariamente ser el papá, la mamá, la hermana o el novio de algunas de las bailarinas.