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En busca de Raúl Anguiano

En busca de Raúl Anguiano
18/08/2015 |01:52
Redacción Querétaro
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El reportero queretano de sociales buscaba afanosamente a Raúl Anguiano entre los escasos asistentes a la exposición El eterno femenino, en el Museo del Arte de Querétaro, el jueves pasado.

Son poco más de 30 cuadros de gran tamaño que integran la serie, con la cual se festeja el centenario de nacimiento del artista, oriundo de Jalisco.

Al joven con cámara en mano le urgía tomarle una imagen al “maestro”, posando con sus cuadros y con alguna dama de la cultura queretana para adornar alguna de las revistas de sociales de esta ciudad.

“No lo he visto, pero si lo veo te aviso”, dijo este reportero con cierto rubor por no hallar la mejor manera de explicarle al joven que el artista tenía poco más de una década de fallecido y que si llegaba a la inauguración, sería la más grande nota sobrenatural en el mundo del arte y la cultura.

El eterno femenino de Raúl Anguiano abrió en el Museo de San Carlos en la ciudad de México, en abril de este año. La muestra original incluye 45 piezas de Anguiano, pero para efectos del recorrido la exposición se redujo en tamaño, pero no en importancia.

Destaca el “Autorretrato” (1947) de Anguiano con pincel en mano, posando, posiblemente, frente a un espejo y creando esa ilusión óptica de las “Meninas” de Diego Velázquez, donde el espectador no sabe si lo que ve es la imagen del modelo o el reflejo. Anguiano, como siempre, bendito entre sus mujeres, por lo menos en el arte.

Otro cuadro biográfico, “Mi madre y mi hermano Pepe” de 1948. El pequeño Pepe mira a su madre, y su madre, mujer elegante, mira al vacío. Cuadro de familia, imagen de la clase media tapatía, recuerdo sentimental que carece de ternura, pero sí de gran admiración.

Los mujeres y los ojos de ellas en los cuadros de Anguiano tienen algo que atrapa, como esa mujer, “La anunciación” (1945), posiblemente tehuana, sentada, de brazos anchos y caderas inmensas, con los ojos cerrados, pensando en quien sabe qué.

“Niña con naranja” (1948), óleo sobre tela, infanta de piel morena y ojos grandes, sentada en el suelo, es uno de los cuadros más geométricos y bonitos del pintor, aunque para algunos artistas la a palabra “bonito” sea sinónimo de decadencia.

El retrato de “María Asúnsolo” (1942), musa y mecenas, una de las mujeres más retratadas por los artistas en la primera mitad del siglo XX.

La Asúnsolo de Anguiano aparece con blusa transparente, es un juego y un atrevimiento, es también parte de esas atractivas atmósferas que lograba Anguiano, dijo Margarita Magdaleno, especialista de arte.

Magdaleno reconoció también que la obra de Raúl Anguiano no es masiva, pero sí es para aprender. “Para finar el ojo frente a la composición equilibrada, es para ver cómo se dibuja verdaderamente”, explicó.

El eterno femenino de Raúl Anguiano permanecerá en le Museo del Arte de Querétaro hasta el 18 de octubre.