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Para Yérika Muñoz, quien lleva con gran orgullo el nombre de “Astrid y Gastón” en México, su propósito de estar en la gastronomía va más allá de elaborar un buen menú, su objetivo se basa en crear experiencias inolvidables y despertar recuerdos con cada bocado.
La chef comenta que para ella, los platillos deben de ir más allá del momento, quedarse alojados en la memoria o bien, llevar al comensal por un viaje en el tiempo.
Agrega que ella se inclinó por la gastronomía gracias a sus abuelas, quienes tuvieron una gran influencia en su vida.
“Hice un platillo con Martha Chapa, a través del cual yo les rendí tributo a estas grandes mujeres de mi familia. De mi abuela paterna, Teresa Zuno, que era de Jalisco y crecida en la ciudad de México, aprendí el liderazgo, ella mandaba, era como un general”, recuerda.
Añade que con su abuela materna, María Herrera, quien recientemente falleció a la edad de 106 años, aprendió otra parte de la gastronomía, a ordeñar vacas en el rancho y elaborar quesos.
“De ambas aprendí el arte de la cocina, y desde que yo era pequeña desee hacer esto, mis juguetes eran el hornito, la máquina de raspados, siempre me imaginé haciendo lo que hago ahora”, indica la célebre cocinera.
De la especialidad que recientemente hizo en conjunto con Martha Chapa para el Wine & Food de Cancún, expresa que quiso aprovechar la oportunidad para rendirletributo a sus abuelas.
“El platillo se llamó ‘Dorado atardecer de encanto’ y cuando nos reunimos para crear el platillo, Martha y yo quedamos en incluir ingredientes que nos recordaran algo, porque para mí, la cocina es eso, recuerdos; cuando veo un ingrediente y lo transformo me recuerda mi niñez”, asegura.
Una gran responsabilidad
Acerca de su trabajo en “Astrid y Gastón”, asegura que se trata de una gran responsabilidad, pero también de mucha satisfacción.
“Trabajar con Gastón, que te da tanta libertad y confianza. Él, además de ser un gran chef es una gran persona que cree en la gente joven”.
Confiesa que su andar en el camino gastronómico no ha sido difícil, al contrario.
“Mi camino no fue tan difícil, siempre digo que tengo un ángel enorme porque nunca he tenido que tocar una puerta; yo terminé mi carrera y al poco tiempo ‘Península’ de Beverly Hills me llamó, luego me buscaron los dueños de Frida en Los Angeles, ahí conocí al presidente de Krystal Cruceros con quienes trabajé un tiempo, fue cuando conocí a los dueños de Astrid y Gastón de Polanco, quienes me contactaron, me contaron del proyecto y me involucraron”, señala.
La chef recuerda que cuando conoció a Gastón, dijo ‘yo quiero estar en este grupo’, por lo que aceptó la propuesta y se mudó a Perú por cuatro meses, para ser capacitada.
“Parte de esa capacitación era ‘hoy vamos a cenar a tal lugar…’ y me di cuenta que Gastón Acurio ya era una personalidad para los peruanos, era entrar a un restaurante por la puerta de atrás porque si no la gente se le iba encima; en el mercado le decían tenga mis chiles para que los pruebe´’, y lo que él hacía era llegar al taller era incluirlos en la nueva carta”, relata.
Para Yérika Muñoz el platillo perfecto lleva una gran cantidad de amor, de pasión, de lo contrario, no habrá armonía entre los ingredientes sin importar cuáles sean.