Con el objetivo de replantear la identidad del arte mexicano que cuenta con una rica herencia cultural, Raúl Sangrador, profesor investigador de la Facultad de Bellas Artes (FBA), trabaja en el proyecto “Análisis del arte neobarroco y el cuerpo postsida en la era de la reconstrucción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)”.
El propósito fundamental es poner en la mesa de debate el hecho de que el arte mexicano no está obligado a traer ideas del extranjero, pues las mismas son ajenas al mundo artístico del país.
“El arte mexicano es un arte sin identidad, porque el grueso de la producción y de las curadurías se vincula con los argumentos del extranjero, que vienen del primer mundo y se adaptan a los contextos de Latinoamérica, específicamente hablando de México, y termina por ser una incongruencia”, explicó el investigador.
También dijo que “es momento de darnos cuenta de que el arte con una construcción identitaria profunda e inteligente es inaplazable e indispensable, sobre todo para confrontar a la globalización”.
Lamentó que las políticas actuales de la administración de Estados Unidos, encabezadas por el presidente Donald Trump, estén dirigidas al rechazo de la comunidad latinoamericana, especialmente contra los mexicanos.
“Trump todos los días nos recuerda: ‘mexicano, tú no perteneces aquí, eres de allá, te voy hacer un muro, estás feo, eres un delincuente, violador’ cuando en realidad todo es mentira”, refirió el docente.
Por esta razón, el pintor se cuestionó el por qué la comunidad artística se empeña en formar parte de los argumentos que provienen del país vecino, a pesar de que no le pertenecen.
Como antecedente inmediato de dicho estudio, el académico trabajó —en su tesis de maestría— bajo el título “Búsqueda del origen de la melancolía en la pintura de Enrique Guzmán y Julio Galán”; documento que aborda la obra de ambos pintores mexicanos que además de melancólicos pertenecen a sociedades de provincia muy conservadoras.
Asimismo, también habla del neomexicanismo, concepto que se refiere al arte producido en el contexto de la firma del TLCAN, circunstancia que marca el inicio de la globalización como un hecho impostergable.
Para defender su postura, el también encargado del Centro de Estudios Pictóricos de la FBA encuentra sus fundamentos en la corriente del neobarroco.
“Un arte con identidad propia que surja de contextos y situaciones reales de este México del presente, que no sea una adaptación falsa de argumentos que no surgieron de aquí, de modo que el neobarroco es algo que me sirve para argumentarlo desde lo formal y lo conceptual, no visto sólo como un hecho histórico, sino también como algo que es todo un argumento del desarrollo conceptual de la pintura del presente”, planteó.
Y el postsida es un concepto de creación propia que abarca desde principios de los años 80, hasta la fecha, periodo en el cual, considera, se deben revisar avances farmacéuticos y políticos en torno a este padecimiento.
“Habla desde la aparición del VIH a finales de los años 70 y principios de los 80. Como se han generado todas estas trasformaciones, sin caer en el horrible binomio de homosexualidad igual a Sida, tampoco se puede negar que la comunidad homosexual ha sido la más afectada por esta enfermedad”, puntualizó.
Agregó que a pesar de que la comunidad homosexual ha logrado la igualdad de derechos civiles, así como la reafirmación de un arte identitario que aborda conflictos muy específicos, aún falta mucho trabajo por hacer.