Papel picado de colores, una rockola antigua y un ambiente muy mexicano, forman parte de la pulquería “El Gallo Colorado”, recinto que data del año 1949 y que hasta la fecha conserva la historia y los sabores de nuestro país.
Actualmente este lugar –lleno de tradiciones– es dirigido por la familia Trejo, quienes desde 1970 adquirieron el peculiar negocio. “La familia de mi papá es oriunda de la ciudad de Huichapan, Hidalgo y en los años 60 tenían una pulquería que se llamaba ‘Todos contentos’, pero después se independizó y quiso adquirir una para él, con la ilusión de transmitir esta tradición de generación en generación y fue cuando se adquirió ‘El Gallo Colorado’, donde ofrecemos el mejor servicio para nuestros clientes”, relató Héctor Trejo, reciente propietario.
Antiguamente se pensaba que entrar a las pulquerías era sinónimo de peligro, pero los tiempos han cambiado, y a este lugar acuden tanto estudiantes como profesionistas para disfrutar de “la bebida de los dioses”, además de un gran ambiente en el que destacan sonrisas, largas charlas y convivencia.
Conservando las características de las pulquerías, destaca un gran molcajete lleno de salsa, así como tortillas, además de los protagónicos jarrones grandes de vidrio llenos del “néctar divino”, proveniente del aguamiel, que ofrece el típico sabor natural, de frutas como piña, apio y guayaba, y pulques artesanales con mezcla de tres leches.
El pulque es traído de Hidalgo o Amealco y se sirve en jarros de barro aunque antes lo hacían en recipientes de vidrio, ya que según Don Héctor, sus clientes lo prefieren así, “dicen que el sabor varía y también los conserva, el barro es algo típico de México”, explicó.
Resguardando la magia
El emblemático recinto ubicado en San Roque no. 100 ha sufrido algunos cambios en los colores de las paredes, pero se ha mantenido con la misma decoración y distribución: una gran barra, adornos mexicanos en los que resaltan varios gallos, frases en las paredes y un altar a la Virgen de Guadalupe, además de mesas comunitarias que obligan a los clientes a la convivencia entre ellos, con el propósito de hacer una gran fiesta.
“Las personas que nos visitan casi siempre conocen a alguien, aquí llegas sin conocer a nadie y sales con un amigo, por lo menos. Ha habido historias de romance, es un ambiente muy bonito”, aseguró Don Héctor.
En el lugar, también se mantiene la tradición de jugar rayuela u ocho, con una pieza de madera o un tabique que tiene una o tres perforaciones del tamaño de una moneda, pasatiempo que también reúne a los clientes, formando amistades.
El propietario asegura que “El Gallo Colorado” es la única pulquería tradicional en el municipio y espera que el recinto continúe.
“Yo espero que la tradición se conserve con alguno de mis hijos, yo le pago al Gallo Colorado lo que me debe. No hay mayor satisfacción que ver a los clientes frecuentes y a los que vienen por primera vez, salir con una sonrisa y agradecidos por el servicio y producto del lugar. Pierdan el miedo, lo peor que puede pasar es que se vayan contentos”, broméo Don Héctor.