Andrea Echeverri le teme más a los vestidos incómodos y a las fajas que a decirle que no a los Latin Grammy. Para la cantautora colombiana los reconocimientos otorgados por la Academia Latina de la Grabación se ven frecuentemente opacados por la parafernalia que envuelve al espectáculo de esa ceremonia anual.

Con su tercer disco como solista Ruiseñora, Echeverri se alzó este año con una nominación al Latin Grammy como mejor álbum cantautor; sin embargo, la vocalista de Aterciopelados no asistirá a la gala que se realizará el jueves en Las Vegas, por considerar que el festejo envuelve un discurso contrario al mensaje de emancipación de la mujer que transmite ella en sus canciones.

“Para mí los Grammy, y los Latin Grammy, también simbolizan muchas cosas con las que no estoy de acuerdo. Este año tuve el valor de decir: ‘Yo no voy, no cuenten conmigo’. Me parece que ese tipo de premiaciones, como el Oscar y muchos otros, envuelven un lado muy superficial, de imagen y de una realidad que no va con la mía”, dijo Echeverri ayer en entrevista telefónica desde la capital colombiana.

“Todo ese asunto de los vestidos de diseñador y las joyas me ponen mal. Me ha tocado ver chicas mareadas, después de horas soportando una faja, porque no pueden más”, dijo Echeverri.

“Yo no encajo con ese prototipo de mujer, así que prefiero quedarme en casa y ocupar ese tiempo en hacer canciones y jugar con mis hijos”.

La artista de 48 años y madre de dos hijos —Milagros y Jacinto, a los que procreó con el productor musical y activista colombiano Manolo Jaramillo— ha sido nominada en varias ocasiones al Grammy y al Latin Grammy, como solista y al frente de Aterciopelados.

La primera nominación de su banda llegó en los Grammy de 1997 por su álbum La pipa de la paz, en la categoría de mejor álbum latino/alternativo, siendo los primeros colombianos ser postulados para la edición estadounidense de los premios. (AP)

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