En el corazón de la capital queretana, a pocas cuadras de Plaza de Armas, se encuentra un lugar que realza los ingredientes de la cultura prehispánica, creando platillos que rompen con el concepto de las recetas comunes y destacan la riqueza de la gastronomía nacional: Pitaya Bicuni Na Cuuba.
Al llegar se respira un ambiente lleno de música y color, y en la entrada los visitantes son recibidos por un mural que retrata la riqueza cultural de los juguetes típicos mexicanos, con un dibujo de una muñeca de cartón, que tiene un valor muy significativo para los dueños del lugar.
“Yo la llamé Carmen, evocando la canción ‘La cadenita’ de La Sonora Dinamita, está muñeca me la regaló mi madre, tiene un valor familiar, matriarcal y representa mi amor por México, el autor del mural y del diseño creativo del lugar es Josué Padilla”, comentó Christopher Silva, quien junto con su madre, Concepción Hernández, emprendieron con este restaurante desde hace un par de años.
El concepto nace a través de una investigación que realizó Christopher sobre la gastronomía mexicana, con la que descubrió una gran cantidad de ingredientes que le dan sabor a los platillos y a su vez, apoyan a los productores locales.
“Tenemos platillos con huitlacoche, elote, flor de calabaza, frutos como pitaya, garambullo, tejocote, granada y algunas hierbas; una de nuestras especialidades es la crepa artesanal elaborada con tlayuda, que es una tortilla de gran tamaño que tiene un origen prehispánico y es típica del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, el color de la tortilla se lo da el maíz y nosotros la texturizamos con amaranto y ajonjolí”, detalló Christopher.
El nombre del restaurante se retoma del famoso fruto exótico pitaya y de la asociación de dos palabras en náhuatl, “Bicuni”, que significa tortilla redonda y “Na Cuuba”, que quiere decir elaborada con masa líquida.
Además de crepas artesanales, chapatas y ensaladas, el lugar ofrece desayunos típicos, como chilaquiles y huevos al gusto.
Las bebidas que acompañan los alimentos son preparadas a base de hierbas y frutos que refrescan un día caluroso o le dan un poco de calor a los momentos fríos.
“Tenemos bebidas que pueden servirse frías o calientes, dentro de las más pedidas por la gente está la tisana de guayaba, el té de mandarina, el tejuino; el pochotl, que se prepara con maíz, cacao, canela y vainilla; y el batido de atole con café, que lleva una base de atole con fresa, chocolate o vainilla”, describió Concepción Hernández, quien retomó las enseñanzas de su abuela para mezclar esencias y frutos en la preparación de estas bebidas que tienen un origen muy antiguo y se elaboran de manera artesanal.
En la carta se utilizan nombres en náhuatl, otomí y zapoteco para los platillos, como una forma de compartir con los comensales el origen de los ingredientes.
“Queremos que vivan México a través de sus sentidos, mediante el sabor, color y nuestra lengua, buscamos compartir nuestro folklor con extranjeros y nacionales para que conozcan de dónde vienen nuestros preparados”, finalizó Christopher.
Se ubica en 5 de Mayo #130
Sabor a pluralidad: este restaurante también retoma recetas de la cocina latinoamericana.
bft