Una reseña de la obra de teatro La bella Dorotea en el Corral de Comedias debería empezar siempre por el final, con la actuación fugaz pero espectacular de Verónica Carranco interpretando a una famosa cantante de ópera.

La actriz de la compañía canta una melodía, “Pompas fúnebres”, y la acompaña su minúsculo marido, interpretado por una menuda mujer vestida de caballero.

Es una interpretación de minutos apenas, pero suficiente obsequiar a la concurrencia un espléndido happy ending de la puesta en escena en cuestión.

Mil perdones por el bilingüismo, tratándose de un clásico español, original del humorista y periodista Miguel Mihura; sin embargo, no hay otra manera de calificar el remate de esta obra que pertenece al repertorio habitual de la compañía de don Paco Rabel.

No se trata de desmerecer el trabajo de los actores, dirigidos por Diego Rabel, pero es evidente que sin esa secuencia final, la escenificación quedaría herida de muerte y coja de por vida.

Dos veces ha visto este reportero a la actriz en el escenario, ambas en Corral de Comedias, y son suficientes para declararse, públicamente, como un fan más de esta mujer.

Carranco es chiquita de estatura, tiene unos ojos diminutos que se ven grandes gracias al maquillaje y una sonrisa de comercial de televisión. La actriz también posee un algo para la comedia que de sólo verla lo hace reír.

Estamos, este reportero y sus dos lectores, haciendo votos para que Verónica Carranco haga una obra más como protagonista, drama o comedia, que no sea de pastelazo, y reitere el talento que tanta admiración provoca.

Otro detalle admirable sucede cuando concluye la puesta en escena. A la salida, en el portón de esta casona convertida en teatro (Venustiano Carranza 39. Centro Histórico, Querétaro), estará sentado don Paco Rabel y le extenderá la mano al público, con una sonrisa y un “gracias por venir”.

No es un gesto gratuito, pues forma parte del montaje, es el mensaje final de quien recibe invitados en su propia casa. Es, por decirlo de alguna manera, el “happy ending del happy ending”.

Después, uno descubrirá que Rabel siempre hace lo mismo. El director se sienta en la salida, al concluir todos los montajes, con la misma sonrisa, y la mano extendida, como esperando también una mala crítica de la función de esa noche, lo cual casi nunca sucede.

Para quien no lo conozca todavía, el Corral de Comedias es un teatro que fue adaptado en el patio de una casona. Este sitio anteriormente, muchos años antes, fue un corral para animales.

Las gradas son, en realidad, unas sillas humildes, hechas de mimbre, como de cocina económica de pueblo, con una mesas de madera muy viejas, que alguna vez fueron puertas y ventanas de casas antiguas. Sobre éstas se sirven todo tipo de viandas mientras transcurre la función de teatro.

El objetivo es lograr que todos los espectadores se sientan como en su casa, viendo teatro y tomándose el vinillo que tanto les gusta.

Al concluir la puesta en escena, en la salida del Corral de Comedias, para recordarle que todo en ese teatro es familiar, se encontrará a don Paco Rabel, extendiéndole la mano, con una sonrisa de agradecimiento y una invitación: “Vente mañanaa ver la obra tal, te va a gustar”.

No le pierda la pista a la actriz principal de La bella Dorotea, Andrea Órnelas, tan bella portando su vestido de novia, pero sin prometido que quiera llevarla al altar, una historia que da origen esta comedia clásica española.

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