Unas típicas puertas de cantina invitan a pasar hacia uno de los rincones con más tradición de la ciudad: Barrio Alegre. En su interior, el Querétaro antiguo convive con la modernidad a través de una decoración especial, que se conjuga con la mezcla de sus bebidas especiales y una gran variedad de botanas, que lo mismo han disfrutado políticos y empresarios, que figuras públicas como Irma Serrano, La Tigresa.

Ubicado en el entronque de las calles Nicolás Campa y Arteaga, el recinto resguarda 125 años de tradición cantinera, gracias al trabajo de la familia Arvizu Ortiz, que a partir de que José Antonio Arvizu adquirió el negocio fundado por Don Baldomero, se ha dedicado por más de medio siglo a curar la sed y hasta el “mal de amores” de diferentes generaciones.

En 1893 la cantina quedaba en el camino de centenares de campesinos provenientes de Santa Rosa Jáuregui, El Pueblito y Santa María, quienes desde muy temprano llegaban a la central de autobuses del Carrizal para trabajar en las haciendas. A su paso, algunos aprovechaban para tomar un trago de tequila, de “Prodigiosa” o un preparado de anís con jerez y huevo, entre otras bebidas típicas que se servían con un molcajete de chile, chicharrón y tortillas hechas a mano.

Con el tiempo, el espacio ha incorporado las transformaciones que la sociedad queretana ha tenido, debido a los procesos rápidos de modernización y urbanización, que provocaron el crecimiento abismal de la población y el cambio de ideas.

A partir del Mundial de 1986, cuando Querétaro fue sede de algunos partidos, el público se diversificó, pues el recinto recibió a fanáticos de este deporte que se congregaron junto con sus esposas, amigas, hermanas y madres, para sintonizar los partidos.

“Fue hasta entonces que las mujeres asistieron como clientas y se dieron cuenta que en las cantinas se servía un exquisito caldo de camarón, tostadas de médula, carne tártara y botana”, platicó Armando Ortiz, actual administrador.

Por el lugar ha pasado todo tipo gente, “empresarios, políticos, y otras figuras públicas, como la señora Irma Serrano y el secuestrador El Mochaorejas, que durante sus últimos días de libertad vino aquí a tomarse unas copas, sin tener nosotros conocimiento de quién era”, relató.

Actualmente, las generaciones más jóvenes se han vuelto clientes habituales, sobre todo los estudiantes, quienes además de ser atraídos por el folklor del lugar y la bebida, son gustosos de las botanas y los antojitos: “Con dos o tres cervezas comen mejor que en una cocina económica”, aseguró.

En un ambiente tranquilo, es servida la tradicional cerveza y otras bebidas típicas, como la “Prodigiosa”, hecha con una mezcla de hierbas, que originalmente era tomada por los queretanos para aliviar el dolor de estómago, la cruda y los corajes. Así como la “Piedra”, realizada a base de tequila con anís más fernet, y los “Besos de Ángel”, una mezcla de uvas congeladas con vino tinto, tequila y refresco.

Entre cada trago, los comensales se deleitan con diferentes platillos preparadas al estilo cantinero: caldo de camarón, médula, carne tártara, chicharrón en salsa verde, y una gran variedad de botanas.

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