Se anunció que Wissam Boustany, uno de los exponentes de flauta más destacados en Europa, tocaría con la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ), y los melómanos que conocen la trayectoria del músico libanés intuían lo que se viviría en el concierto, los que no, quedaron maravillados de escuchar no sólo a un excelente flautista, sino a un músico que logró emocionar con el tema de Aram Khachaturian.

Bajo la batuta de Ludwig Carrasco, director titular de la OFEQ, Boustany se presentó por primera vez en Querétaro con el concierto de flauta que originalmente fue compuesto para violín y transcrito para flauta y orquesta, por el interés del Jean-Pierre Rampal, el llamado Príncipe de los flautistas.

El concierto del pasado jueves, en el Teatro Metropolitano, comenzó con Carnaval del compositor checo Antonín Dvořák. Carrasco explicó que esta obra fue compuesta en 1891,  justo antes del viaje que Dvořák realizó  de su natal República Checa a Estados Unidos.

Es una obra con mucha energía, en algunas de sus cartas la describe como salir en una mañana de mercado y ver todo el bullicio que hay de comerciantes, gente y niños jugando, todo esto se ve interrumpido por la parte intermedia, con una sección mucho más melódica, y el propio Dvořák  la describía casi como una imagen cinematográfica en la que dos amantes se ven a través de la calle y todo el mundo desaparece y únicamente queda el intercambio de miradas, de suspiros entre los dos amantes, antes de que regrese nuevamente todo el bullicio mundano con el cual termina la obertura”, explicó Carrasco.

Después de Carnaval entró a escena Wissam Boustany, el músico libanés actualmente radicado en Reino Unido, quien se presentó por primera vez en Querétaro, sin embargo, anteriormente ya ha compartido escenario con Ludwig Carrasco y fue notoria esa empatía entre flautista, el director y la orquesta, lo que dio como resultado un concierto extraordinario e inolvidable. La maestría del flautista, su entrega y emoción fue agradecida por el público con aplausos.

La noche finalizó con la Sinfonía No. 1  del mexicano Julián Carrillo; la obra fue estrenada en Alemania, en 1901, y es poco conocida e interpretada. De esta forma culminó la segunda temporada de conciertos de la OFEQ, institución que en su nueva era pretende impulsar y revalorizar el trabajo de los compositores mexicanos.

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