Son tantas las preguntas que rodean a J. D. Salinger, se especuló tanto con su vida, se abusó tanto de su misterio, que es difícil creer que por fin una investigación ofrezca respuestas rigurosas sobre el autor de El guardián entre el centeno. Pero parece ser que esta vez sí.
Después de nueve años de trabajo, Shane Salerno y David Shields han puesto sobre la mesa de la editorial Simon yamp; Shuster el material de una biografía que presume de definitiva y que verá la luz en Estados Unidos el 6 de septiembre.
Tres días después, en el Festival de Toronto, The Weinstein Company estrenará el documental de Salerno titulado Salinger, sobre los nueve años de investigación y en el que las voces de actores y escritores como Philip Seymour Hoffman, Edward Norton, John Cusack, Danny DeVito, Martin Sheen, David Milch, Robert Towne, Tom Wolfe o Gore Vidal explican la vasta influencia del escritor en sus obras y vidas.
Salinger murió en 2010 convertido en un icono de la cultura americana del siglo XX. Tenía 91 años y su literatura (y ese es quizá el más irresoluble de sus misterios) encerraba con insoportable genio y ligereza el dolor de crecer, ese viaje iniciático sobre el que se construye gran parte de la épica de un país siempre en tránsito hacia la madurez.
¿Pero por qué huyó repentinamente de la fama el autor de la biblia adolescente? ¿Qué fantasmas le perseguían desde la Segunda Guerra Mundial? ¿Le atormentaba una tara física? ¿Fueron veraces los celos por Chaplin? ¿Cuánto le afectó que al menos tres fanáticos de su literatura se convirtieran en potenciales asesinos? ¿Siguió escribiendo? ¿Es cierto que abrazó el budismo? ¿Murió Jerome David en paz?
En España será la editorial Seix Barral la que publique Salinger (título definitivo de una biografía que en principio iba a llamarse La guerra privada de Salinger).
Su directora, Elena Ramírez, es la única que ha tenido acceso a parte del material que ayer empezó a ver la luz cuando el diario estadounidense USA Today adelantó algunas de las fotografías inéditas de las 170 que contiene el libro.
En una de ellas, Salinger está junto a los Cuatro Mosqueteros, es decir los colegas (lo fueron durante décadas y ahora hay cartas y diarios que lo atestiguan) con los que desembarcó en Normandía. Con bigote y sonriente, todavía no ha empezado el calvario de lo que será su experiencia más traumática: asistir en primera fila a los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Salinger conoció los campos de exterminio, y los fantasmas de aquel genocidio jamás le abandonaron. Acabó en un hospital psiquiátrico militar y no es casual que el primer capítulo del libro sea precisamente el dedicado a ese punto sin retorno en su vida: el desembarco en una Europa devastada por el horror. "Yo pedí el libro para ver si me interesaba y me dijeron que no era posible mandarlo fuera. Fue entonces cuando fui a Nueva York", recuerda Elena Ramírez.
"En Simon yamp; Shuster me enseñaron el material, pero no todo. Me llevaron a un despacho de seguridad y delante del editor tuve acceso a parte del contenido: el índice, varios capítulos, la introducción, el material fotográfico, que es inédito y fabuloso... Quedé impresionada. Había más de 200 voces, además de diarios y cartas jamás publicadas".
Ramírez firmó el contrato, que supedita la salida en España al estreno del documental y al lanzamiento en EE UU. "Nos faltan los dos capítulos finales para terminar la traducción y poder fijar la fecha de salida", anuncia.
"Sólo sé que da igual el misterio que le rodea, la vida que no conocemos de Salinger lo supera. Sus vivencias en la guerra, sus dificultades físicas, su relación con las mujeres, la fama que primero buscó y luego rehuyó, los intentos de asesinatos con sus libros en las manos... Por todo eso y por más su vida fue totalmente fuera de lo común".
Con su muerte, Salinger resucitó. Era previsible. Sus amigos empezaron a hablar sobre él y destaparon muchas de sus intimidades. Las piezas del puzzle empezaron a encajar. La vida del escritor, esa vida cifrada en sus nihilistas y desencantados relatos, tal vez ayude a retratarle mejor pero parece improbable que eso nos acerque a comprender por qué Seymour Glass, quizá su personaje más triste, se pegó un tiro en la cabeza precisamente en un día tan perfecto para el pez plátano.