“No hago mis películas pensando en un público intelectual; son películas para todo el mundo, creo. Pretenden ser populares; intentan interesar al espectador por cosas pertenecientes al ámbito de los sentimientos, de las emociones y de la afectividad”.

De esa manera describía el realizador francés François Truffaut su obra que pese a empezar tarde fue basta y diversa. Clasificada por los críticos como una llena de sensibilidad, talento, imágenes y diálogos memorables, la filmografía de Truffaut permanece, a 30 años de su muerte, como el legado de un realizador que llevó su pasión por los libros y el arte al celuloide.

Comenzó su carrera en la década de los 50 junto a Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Éric Rohmer y Alain Resnais, quienes antes de convertirse en directores eran unos críticos del deteriorado cine de la posguerra francesa.

Junto a estos realizadores, fue parte de la Nouvelle vague (Nueva ola de cine francés), cuya característica era reaccionar contra las estructuras que el cine francés imponía hasta ese momento. Postularon como máxima aspiración no sólo la libertad de expresión sino también la libertad técnica en el campo de la producción fílmica.

Más tarde comenzó a dirigir, producir y escribir para la pantalla grande, revelándose como uno de los más innovadores de su generación con filmes como Los 400 golpes, que es un momento cumbre de su carrera y con el que mostró su estilo visual y narrativo.

Como parte de los homenajes por las tres décadas de su fallecimiento, el director francés Alexandre Moix ha realizado el documental Truffaut l’insoumis.

Al presentar entrevistas con estrechos colaboradores, amigos y familiares, Truffaut l’insoumis da una muestra de los miedos, preocupaciones y alegrías que trasmitían sus personajes.

La película contiene partes de una entrevista a Truffaut e incluso unas declaraciones de Jean Renoir en el que lo definía como “un poeta de la vida”.

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