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Uno de los principales errores es pedir un té manzanilla, ya que existe confusión entre lo que es una tisana y una infusión. Sin embargo, en este artículo te aclaramos todas tus dudas sobre el fascinante mundo de esta bebida.
El origen del té es chino y sólo se puede crear con las hojas provenientes de la planta Camellia Sinensis. Dependiendo del proceso al que estas se someten, se derivan cinco tipos: blanco, verde, azul (oolong), negro y rojo (pu-erh).
En México, generalmente se confunde el té con las infusiones debido a que se usaban en la medicina tradicional prehispánica y hasta la fecha se conservan algunas de ellas, por ejemplo, para aliviar dolores de estómago o de cabeza y tranquilizar los nervios. No obstante, según la Real Academia de la Lengua, infusión es la acción de introducir en agua caliente ciertas sustancias orgánicas para extraer las partes solubles; también es el líquido que se obtiene de frutos o hierbas.
De acuerdo con Roberto Caballero, experto en el tema, “las infusiones no contienen teína, son las que obtenemos a través de plantas, especias, frutos u hojas, como menta, canela, hierbabuena y jengibre, entre otras. Mientras que tisana es el líquido obtenido de la maceración de frutas secas en agua caliente, si se agregan flores o especias, debe ser sólo el 20 por ciento”.
Karina Cedillo, especialista, dice que tisana se considera como un sinónimo de infusión. A esto se agrega que algunas que llevan el nombre de la planta con la que se elaboran, es el caso del café, el mate (de origen argentino) y el té.
La hora del té
Como muchos de los grandes descubrimientos, también este elixir surgió por accidente. Según la historia, alrededor del año 2737 a.C. el emperador Shen Nung descansaba junto a un árbol cuando unas hojas cayeron en el agua que estaba hirviendo y así se creó esta bebida.
La época de oro comenzó en la dinastía Tang (siglo VII-X d.C.) cuando su cultivo seguía estrictos reglamentos y beberlo implicaba una elaborada ceremonia. Durante el siglo XII un monje japonés llegó a China, se enamoró de este brebaje y se llevó algunas semillas para su país; también los portugueses lo exportaron a Europa comenzando en Lisboa, Francia, Holanda y Rusia.
En el caso de Inglaterra, la princesa portuguesa Catalina de Braganza se casó con el Rey Carlos I en el año 1662, por lo que se comenzó a tomar esta delicia en la corte. Hasta 1840, la séptima duquesa de Bedford, Ana, comenzó a servirlo por las tardes, antes de la hora de la cena, en vajilla de porcelana. Desde entonces inició la famosa y tradicional “hora del té”.
En el comienzo del siglo XX a un comerciante se le ocurrió mandar las hojas en una bolsa de seda y sus clientes le pidieron porciones individuales. Con el paso del tiempo dejaron de usarse las hojas enteras y se sustituyeron con molidas o en polvo. En la actualidad, los mejores cultivos de Camellia Sinensis se encuentran en India, Japón, Indonesia y Sri Lanka; México no es productor, pero Estados Unidos, Perú y Argentina sí.
¿Cómo y cuándo?
De las formas de elaboración de la planta se pueden obtener más de 3 mil tipos en el mundo; sin embargo, los básicos son blanco, verde, oolong, negro y pu-erh. Para prepararlo se deben seguir tres pasos: calentar agua, en una tetera poner una cucharada de hojas, agregar agua, esperar unos minutos y tomarlo
“Se puede calentar el agua en cualquier recipiente, pero se recomienda que la infusión se haga en una tetera de cerámica que ayuda a mantener la temperatura o en una de hierro libre de plomo. Se recomienda servir en taza de cristal porque es un material que, a pesar de la temperatura, no va a soltar ningún sabor, olor, ni color. Hay calentadoras que permiten controlar la temperatura y el tiempo”, recomienda Caballero, también gerente Theodor Maison de Thé.
Uno de los instrumentos más importantes es un cronómetro bien calibrado porque los expertos coinciden en que los tés son celosos del tiempo. El agua para el blanco debe tener temperatura de 73 a 83 grados centígrados y permanecer de 8, hasta 35 minutos, antes de servirse. El verde necesita entre 78 y 85 grados, y de un minuto y medio a dos minutos y medio; el azul, la misma temperatura y de 3 a 5 minutos; el negro de 83 a 85 grados, entre 4 y 5 minutos; y el rojo la misma temperatura durante 5 o 6 minutos.
Cedillo, gerente Thé Caravanseraï, aconseja tomar un té negro en las mañanas para despertar; el verde, el blanco y el azul para cualquier hora del día y el pu-her para después de la comida porque quema grasa, desintoxica y limpia el organismo. En cuanto a combinaciones, “el verde es tradicional con flores, el blanco puede ir con cítricos o fresas; el negro con bergamota, el azul con orquídea y el rojo con frutos rojos”.
Lo ideal es primero probarlo sin azúcar, leche o limón para conocer su sabor; y al acompañarlo con alimentos, éstos deben ser “ligeros, como pan de té verde o algún alfajor, una galleta. En las tardes alguna tarta que no le quite sabor, en general se deben usar sabores muy neutros”, concluye la especialista en té.