Una vez más la tradición reunió a miles de queretanos y turistas en Tequisquiapan, Pueblo Mágico de Querétaro, que desde hace más de 40 años ha abrazado en sus tierras a la Feria Nacional del Queso y el Vino, con el objetivo de promover la producción local y regional de México.
Portando ropa fresca y algunos artículos para sobrellevar las altas temperaturas registradas, desde muy temprano los visitantes se encaminaron a la edición número 42, transitando por las calles coloniales, los afamados portales y pintorescos mercados del centro del municipio, donde los comerciantes les ofrecían a su paso algunas artesanías típicas y manjares dulces para el camino.
Al llegar a la sede, una larga fila se extendía alrededor del parque La Pila donde un público diverso, compuesto en su mayoría por jóvenes, intercambian risas y palabras para no impacientarse por la espera.
Bajo la sombra de una inmensa carpa palaciega decorada con listones de colores, más de 20 marcas y bodegueros mexicanos de este fermentado, como Freixenet, De Cote, Rancho los Azteca, La Redonda, San Juanito, L.A Cetto, Bodegas Vaiven, presentaron sus especialidades y ofrecieron degustaciones a los asistentes, que a paso lento, transitaban deleitándose con el aroma y el sabor de las distintas etiquetas.
A la par, los productores locales de quesos artesanales como VAI, Flor de alfalfa, Quesos Brito, Quesos Vaiven y Rancho José María, invitaban a saborear sus productos hechos con leche pura de vaca o cabra en su diferentes variedades; siendo el manchego, gouda y provolone, los más solicitados.
“Nunca había venido. Me animé a partir de que otros amigos me platicaron de las ediciones pasadas y me enseñaron sus fotos. Además, siempre he pensado que la cultura del vino es algo que se debe de promover e incorporar a la vida cotidiana” compartió Rodrigo Ramírez, de la Ciudad de México.
Como él, otras personas decidieron emprender un viaje largo para disfrutar de la experiencia gastronómica y cultural del evento, replicando todos los rituales campestres que se acostumbran para el consumo de la vid.
Uno de ellos es el picnic, para el cual empresas de Tequisquiapan como Artesanías Trejo, pusieron a la venta una gran variedad de canastas hechas de madera y mimbre de cinco, en la zona de stands designada para los artesanos locales.
Enmarcados por los frondosos ahuehuetes y sabinos característicos del lugar, familias y amistades disfrutaron juntos de la vid entorno a su canasta, donde mantuvieron resguardados del calor los quesos junto a varios aperitivos mexicanos y españoles, como la tortilla española y la cochinita pibil, que fueron comerciados en la zona de comida.
Al tiempo, dos plataformas musicales presentaron simultáneamente diferentes proyectos artísticos nacionales que amenizaron la charla y la degustación, y motivaron a más de uno a saltar de sus lugares a la pista para bailar al ritmo de las canciones.
Entre ellos estuvo Vemora, un dúo de cantantes que desde 2015 se mueve en el rock, electropop y la balada. Aunque la mayoría de su repertorio estuvo compuesto por covers de las bandas que han impactado en su propio trabajo, también tocaron algunas canciones de su autoría como “Qué triste”, con la que abordan el tema del empoderamiento de la mujer.
Y la Banda Old days & Strings invocó la época de los setentas con canciones como “On the radio”, de Donna Summer y “September”, de Earth, Wind & Fire, con las que el público sacó sus mejores pasos al estilo de la música disco.
Durante la Feria también fueron organizadas catas maridaje encabezadas por sommeliers de casas vinícolas como L.A Cetto, quienes guiaron a los comensales en la degustación de fermentados y productos artesanales elaborados por manos mexicanas, como los chocolates de Kuxtal.