Con una exposición en la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada y un altar de muertos, le rinden homenaje al grabador, ilustrador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada.
Ester Echeverría, coleccionista y curadora de la exposición que se presenta en Querétaro: Homenaje a Posada y sus calaveras, afirma que la figura y obra de José Guadalupe Posada ha trascendido de generación en generación.
“Posada es intocable, quizá es de los grandes de su época, el más respetado por la coherencia entre su oficio y su personalidad, fue un hombre que jamás se vendió a nada, que jamás traicionó a nadie ni a él mismo, fue un hombre de una verticalidad absoluta en su vida”.
José Guadalupe Posada nació en Aguascalientes (febrero de 1852), ciudad en donde comenzó a ejercer el arte de la litografía. En 1871 comenzó a publicar viñetas para el periódico El Jicote, en la ciudad de Guanajuato, además de laborar como docente de litografía en una escuela preparatoria de León.
A causa de una inundación en Guanajuato, se trasladó a la Ciudad de México en donde comenzó a publicar viñetas para periódicos como La Patria Ilustrada, Revista de México, El Ahuizote y Nuevo Siglo, recreando en sus grabados escenas costumbristas, y utilizando el ícono de la calavera (calavera garbancera) para hacer crítica del acontecer político y social de la época en que vivió.
“En este momento que él llega a México, todo absolutamente lo invirtió en su investigaciones para hacer grabado en distintos metales, se gastó su dinero en eso y lo logró, aunque una etapa de su historia se pierde porque se muere solo y pobre (enero de 1913), y como nadie reclamó su cadáver lo enterraron en una fosa común, lugar donde él tenía que ser enterrado para seguir dialogando con las calaveras”, añade Ester.
La obra de Posada que se exhibe en la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada, es una parte de la colección que resguarda Ester Echeverría. Esta colección la inició el pintor Enrique Echeverría, admirador del grabador mexicano y esposo de Ester, quien también es una gran admiradora del artista Posada.
Otro admirador de la obra de José Guadalupe Posada fue Diego Rivera, quien escribió: “Tan grande como Goya, Posada fue un creador de una riqueza inagotable. Ninguno lo imitará; ninguno lo definirá. Su obra es la obra de arte por excelencia”.
“Diego empieza a lustrar a su modo al pueblo mexicano, que de alguna manera era lo que hacia José Guadalupe Posada”, refiere Ester. Y es a través de la obra de Diego Rivera Sueño de una tarde de domingo en la Alameda, el ícono de la calavera garbancera se populariza con el nombre de La Catrina, hoy en día reconocida internacionalmente.
En Querétaro sólo se exhiben las impresiones en periódicos de las ilustraciones de calaveras hechas por Posada, una parte de las 150 piezas, entre impresiones de periódicos y placas, que llegaron a adquirir Enrique y Ester Echeverría.
La figura de la muerte, ícono recurrente en la obra de Posada, explica Ester, se vuelve una obsesión a raíz de la muerte de su único hijo Juan Sobrino Posada, a los 17 años de edad.
En la exposición Homenaje a Posada y sus calaveras, Ester Echeverría montó un altar dedicado a José Guadalupe y a su hijo Juan Sobrino, que permanecerá en exhibición hasta el 24 de noviembre.