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La pedaleada comienza desde las 6:30 de la madrugada sobre la avenida Tlalpan hasta la zona de Hospitales. En el trayecto, la unidad móvil despierta el interés de los curiosos que asombrados ven circular, nada más y nada menos que a Bidii Café, un triciclo diseñado al estilo gourmet, que como su nombre indica en zapoteco, “sirve el café u ofrece un café”.
Dichosos los oficinistas, los médicos y peatones en general que no sólo son atraídos por la estética innovadora de este vehículo, sino por el olor que desprenden las cafeteras y el momento justo en que se sirven un cortado, expreso o capuchino. Ahora sí se disponen a paladear el sabor de los granos orgánicos que ofrecen las tierras oaxaqueñas, para hacer efectivo el slogan del negocio que también está en zapoteco: Guide´nu ti café, es decir, “estamos tomando un café”.
Como anfitrión atiende Adrián Rodríguez, el emprendedor de esta cafetería rodante, quien asegura que el rostro de su triciclo cambió con el tiempo, gracias a los sabios consejos de sus consumidores y, como predica con el lema: “lo que el cliente pida”, se dio a la tarea de crear una nueva imagen con apoyo de algunos ingenieros. Así surge toda una filosofía de solidaridad con los productores y cuidado del medio ambiente con este pequeño transporte.
“Lo más fácil era acercar el producto culinario a través de una unidad móvil, por lo que se pensó desde el principio en un auto, pero los costos de inversión se elevaban demasiado. Continuamos en la evolución de nuestra idea gourmet hasta llegar al triciclo, después se le añadieron paneles solares, un sistema eléctrico independiente que no contamina y además no emite gases ni hace ruido, una idea que nos tiene realmente satisfechos por los logros que hemos conseguido en el plano gastronómico”, señala con entusiasmo el joven y dinámico empresario.
Cadenita de valor
Adrián comparte que sólo utiliza café de Oaxaca porque es la tierra que lo vio nacer, pero no es la única razón. Resulta que al hacer un viaje de negocios al estado se encuentra con los productores del grano, después de tanta plática se dan cuenta que lo más importante es dar a conocer su producto, que al ser de excelente calidad no tiene punto de comparación con las marcas comerciales.
“Tiene uno de los primeros cinco lugares en producción de café a nivel nacional, así que para mí resultó importante trabajar con Oaxacafé, Café-Xhitza e introducir mi marca, Bidii Café. Nuestra intención es que la gente tenga la certeza de que están tomando un producto nacional, que es 100 por ciento orgánico y certificado”, explica
Quien desee una bolsita de cualquiera de estas etiquetas sólo tiene que acercarse al changarro y pedir que se le venda para consumo en casa o para regalo. El servicio aquí es completo, quien guste que sus granos sean triturados, se cuenta con molino. Ahora que si prefiere una bebida a base de chocolate, también se levanta el pedido, pues ofrecen un combinado que también lleva café y que sabe a gloria.
“Para seguir con la cadena de valor, en el caso del chocolate, nuestros proveedores son una organización de mujeres de Guerrero, quienes muelen este producto en metate. Así nos encargamos de impulsar desde nuestra trinchera su comercio que por supuesto es artesanal”, subraya.
Adrián comenta que otra de sus preocupaciones es unirse a las personas que prefieren consumir un producto que asegure su bienestar y salud, así que utilizan marcas de leche al gusto de su clientela, no hacen uso de saborizantes y tratan sacar provecho del dulce de la leche para evitar agregar azúcares que puedan ser dañinos.
Además, tienen otra forma de crear conciencia ecológica entre las personas que conocen a Bidii Café, pues todos los insumos que emiten como negocio, los reutilizan para sumarse al cuidado del planeta. Por ejemplo, las cajas de leche que sobran las intercambian por plantas que luego ellos mismos llevan a reforestar y con lo que queda del café hacen jabones y exfoliantes.
Dice que su principal motor es que la gente no sólo viva la experiencia de tomar algo rico, sino que se impregne de o que hay detrás para comenzar a generar una cultura sobre este producto. Pero hay que apurarse, porque el encanto dura hasta el mediodía, hora de comenzar a rodar de nuevo hasta su guarida.