Con guitarra en mano, composiciones de amor y desamor, mucho ritmo y los sueños hacia el cielo, el cantante Vizcaíno decidió aventurarse a visitar México para dar a conocer su segunda creación, Diáspora.
Tras el éxito de su primer álbum Alas de papel, con el que recorrió gran parte de Latinoamérica y España, el cantautor ahora promociona su segunda producción que fue lanzada en 2017, misma que cuenta con 11 canciones de su autoría.
El talentoso gallego visitó por primera vez tierras mexicanas y brindará shows en lugares como León, Guadalajara, Puebla y la Ciudad de México, pero no descarta volver a Querétaro en abril, aunque asegura, aún está por confirmarse.
En estrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, Vizcaíno platicó detalles sobre su carrera, la esencia de sus letras y por supuesto, sus nuevos proyectos.
—Desde niño me ha gustado, pero yo creo que fue cuando empecé a tocar la guitarra a los 14 años y fue algo muy bonito porque quien me enseñó fue un cura, pero luego siguieron los patrones post adolescentes y lo dejé un poco. A los 17 años estuve dando vueltas por el norte de España con un grupo de baile, del cual resultó una conjunción de equiparar ese aprendizaje de subir a los escenarios y a la vez, combinar mi carrera como cantante. A partir de entonces continué con una gira importante en Latinoamérica por seis meses y ese fue el punto de inflexión para grabar el primer material, Alas de papel.
—Cuando me di cuenta que ya no quería hacer covers y decidí crear mis propias canciones. Además vi que cuando cantaba composiciones mías, hacía sentir algo a la gente y que realmente me estaban escuchando. Para mí el éxito es ser el mismo en cada concierto, aún cuando sean dos personas o 200 mil.
—Se llama Diáspora y es la continuación del primer disco, pero es más maduro y redondo. Yo creo que es parte de un proceso lógico, de una carrera de fondo; se trata de evolucionar.
—Me gusta hacer canciones a pie de calle e intento plasmar lo que veo a diario; el amor es una parte esencial de mis composiciones, ya que el amor mueve al mundo y el desamor es un primo hermano.
A todos nos pasa que tenemos la intención de sacar ese pensamiento que puedes tener para que no te hiera dentro. Yo siempre digo que hago música para no pagar doctores o psicólogos y bueno, algunas canciones son historias que me ocurrieron, otras que me han contado.
—Tenía tantas ganas de conocer este país y quería empaparme de la cultura mexicana; conocer el lenguaje y a la gente. Llegamos a Querétaro para presentar mi trabajo, había escuchado cosas bonitas de este lugar, pero sobre todo de la historia, pues es la cuna de la Independencia, me llamaba la atención.
—No he tenido oportunidad de encontrarme con ellos porque la primera presentación es el día 7 de abril en Guadalajara, y aunque en redes es más distante, hay un movimiento lindo, me sorprende porque soy un perfecto desconocido y el que haya gente que aquí me diga que escucha mis canciones, me alegra, no sé cómo explicarlo, es maravilloso.
—Además de ser autor e intérprete, tengo un estudio de grabación, trabajo con otros artistas, y justo este año, antes de venir, terminamos de producir el disco de mi hermana Lucía Pérez —reconocida en España— junto con Chema Purón. Cuando vuelva me voy a meter en esto y en mi gira de verano.
—Suelo colaborar con otros artistas, porque además creo que es bueno y necesario para crear fuerza entre nosotros. Muchos creen que somos competencia, pero no es así, nos debemos ayudar. Me gustaría trabajar con Fernando Delgadillo, Inzunza y ¿por qué no?, con el español Enrique Bunbury, me vuelve loco, le tengo mucho respeto a su carrera.
—Quiero hacerme mayor cantando mis canciones, es a lo que más empeño le meto, que mis melodías me den de comer hasta que me tenga que despistar de este mundo. Tengo mucho por aprender, sino es que todo, pero en el camino estamos. Las plazas que quiero pisar son el Trovafest, me haría mucha ilusión, y el Teatro Nacional, es bueno pensar en alto.