SAN SEBASTIÁN.— Uno simboliza la rebeldía y la lucha por los ideales; el otro es el “cuate”, el compadre con quien tomarse un buen tequila. Pero juntos, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina forman una pareja tan extraña como cómplice, que entre otras muchas cosas comparte una pasión especial: Latinoamérica. En el documental El símbolo y el cuate, que se presentó en la sección Zabaltegi de San Sebastián, el periodista Francesc Relea los acompaña en un recorrido por Argentina, México, Chile, Uruguay y Perú.
“Menos lo que buscaba, todo lo encontré en la ciudad más grande del mundo”, le dice Sabina a Serrat de camino a México, en una de las primeras escenas del filme.
Y es que México ocupa un lugar clave en las biografías de ambos artistas. Allí, en 1975, se exilió Serrat cuando, tras condenar la represión franquista, le fue prohibido regresar a España. “Aproveché para dar vueltas por México, durmiendo en moteles y tocando en pueblos, fue un viaje realmente extraordinario”, recordó “El Nano”.
Para Sabina, México es “el mejor país para emborracharse y cantar”. Además del tequila y los mariachis, que tanto marcaron su música, fue allí donde el subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, le pidió un favor para conquistar a una mujer, por lo que salió la canción “Como un dolor de muelas”.
Más y mejor cine
El cine latinoamericano está en un momento impresionante y hay una nueva generación que viene sin los complejos de las generaciones anteriores, afirmó el cineasta mexicano Alfonso Cuarón, quien presentó Gravity, en el Festival de Cine de San Sebastián. “Siempre existe el miedo de que haya una generación sorprendente y después todo se vuelve a atemperar, pero la verdad es que generación tras generación es cada vez más interesante”, dijo, acompañado por su hijo Jonás, guionista de Gravity.
“El cine nuevo es más interesante que el cine de mi generación incluyendo el mío”.