La investigadora y actual directora del Centro Queretano de la Imagen, Guadalupe Zárate, realizó una revisión histórica del trabajo fotográfico hecho por Guillermo Kahlo a principios del siglo XX en Querétaro, durante el ciclo de charlas Café-INAH Cultural organizadas en el Museo Regional de Querétaro, donde adelantó parte de sus últimas indagaciones, las cuales incluyen el aporte visual del autor.
Recordando sus primeras investigaciones en la entidad, la autora de Memoria queretana compartió que en la imagen encontró una fuente clave de información para poder realizar un análisis más detallado y profundo del patrimonio cultural del estado.
“En una primera etapa de esta investigación (Memoria queretana), tenía que buscar fuentes de información sobre cómo se empieza a formar la ciudad, quién la edifica, quién la conserva y cómo se modifica, pero la documentación en los archivos tradicionales del historiador era muy reducida”, platica, y argumenta que por este motivo comenzó a incluir en su pesquisa planos y mapas, así como fotografías proporcionadas por el fotógrafo Esteban Galván, quien además de facilitarle este material, la ayudó a trasladarlas al espacio a través de largas caminatas en las que pudo corroborar tanto los cambios y transformaciones en la arquitectura, como en el trazado urbano de la ciudad.
Esta experiencia y la inexistencia de una fototeca en Querétaro que resguardara la memoria visual del estado, la motivó a fundar el Centro Queretano de la Imagen en 2015, así como a emprender diversas investigaciones en las que la fotografía se convirtió en el objetivo y la fuente primaria de información.
Lo expuesto en la charla forma parte de un trabajo de investigación en proceso, titulado Memoria y patrimonio cultural de Querétaro, en el que Zárate incluirá la documentación visual del fotógrafo Guillermo Kahlo sobre los templos de la ciudad.
De acuerdo con la investigadora, el legado de este fotógrafo alemán no sólo permitió revalorar la arquitectura virreinal, sino también, “su registro ha formado la base de los argumentos para la declaratorias en las que el Estado mexicano se compromete a conservar este patrimonio”, resaltó.
Guillermo Kahlo, padre de la afamada pintora mexicana Frida Kahlo, llegó a México desde su natal Alemania en 1890, donde a finales de ese mismo siglo comenzó a dedicarse a la fotografía.
Aunque no se conoce el dato preciso sobre sus inicios en el oficio, se sabe que su primer trabajo profesional fue la documentación de la Casa Boker en 1898, ubicada en la Ciudad de México, lo que le permitió abrirse paso en el ámbito como fotógrafo de obras arquitectónicas.
A través de anuncios en la prensa, donde ofrecía sus servicios como especialista en la fotografía de edificios, fábricas y maquinaria, tanto dentro como fuera de la capital, fue contratado el 10 de abril de 1901 para retratar la capilla del Cerro de las Campanas en Querétaro.
Más tarde, regresaría a la ciudad para realizar el registro gráfico de los Templos de Propiedad Federal, un proyecto impulsado por el secretario de Hacienda y Crédito Público de aquel entonces, José Yves Limantour, con motivo del Centenario de la Independencia.
Con este trabajo, Kahlo resaltaría el valor histórico y estético de los templos de San Francisco, Santa Clara, San Agustín y San Felipe Neri, además de otras edificaciones situadas en Jalisco, Guanajuato, México, Morelos, Puebla, San Luis Potosí y Tlaxcala.
A través de estas fotografías, impresas al platino en formato 11 x 14 pulgadas, y adheridas a un cartón impreso, se pueden observar los cambios que han sufrido las construcciones a lo largo del tiempo; la estética de los monumentos y el aporte técnico y conceptual que Guillermo hizo a la fotografía arquitectónica.
“La fotografía es una consagración de lo que debe conservarse”, finalizó la expositora, quien aseveró que gracias a este legado visual de Kahlo, mismo que fue publicado en 1909 a través de 22 volúmenes, actualmente se cuenta con un inventario histórico de lo que hoy debe atesorarse.
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