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Como un príncipe apareció José José en el escenario del Teatro Metropólitan. De blanco y con paso lento, el cantante dedicó todas sus fuerzas a interpretar las historias que por años han enamorado a miles de personas, no sólo en México, sino en América Latina.
Con halagos como “rey”, “eres el mejor” o “como tú no hay otro” la “familia” del cantante lo recibió con aplausos. La nostalgia y el deseo de ver en vivo al culpable de romances, separaciones y superaciones, provocó la euforia de las más de tres mil personas que acudieron al recinto del Centro Histórico.
El reloj marcó las 18:55 horas cuando dio inicio el show 1341 del longevo cantante.
Con un agradecimiento para las personas que han tocado su vida, para aquellas que lo han llevado a mantenerse sobrio, así como a las que se preocupan por su salud, el artista de 61 años evocó recuerdos de su vida como ser humano y cantante.
Y aunque la voz de “El Príncipe de la canción” ya no es la misma que en 1970 hiciera suspirar a los asistentes del Festival de la Canción Latina con “El Triste”, los seguidores reconocieron el esfuerzo y la valentía del artista para estar frente al micrófono e interpretar canciones como “O tú o yo”, “Me vas a echar de menos”, “A esa”, “Amar y querer” y “Almohada”.
Al igual que en 1970, las rosas llegaron al escenario y los regalos por parte de los seguidores no faltaron. José José recorrió el escenario custodiado por su cuidador, quien estaba atento por su seguridad.
Divertido y burlándose de lo que el tiempo ha hecho, José José pasó buena parte de la velada contando anécdotas, chistes y uno que otro mensaje para los fans que lo han seguido por más de 50 años. Pese a verse inconforme con el audio y darle constantes quejas a su equipo, el cantante se mantuvo lleno de carisma y buen humor.
“Te quiero así”, “Ya lo pasado, pasado” y “Vamos a darnos tiempo” fueron parte del recorrido por los años 70 y 80. “Las cosas cambian, el tiempo no pasa en balde, cuando yo comencé a cantar llegaba en taxi a los lugares, luego en limosinas, ahora llego en ambulancia, pero llego”, bromeó el cantante.
El hombre de blanco no era el único que caminaba a paso lento y que como un auto clásico parecía que sólo necesitaba tiempo para que el motor comenzara a funcionar con eficacia. Aquellos que crecieron junto a sus canciones eran los que más le dedicaban piropos. Mientras que los más jóvenes dedicaban los temas a sus parejas o le ponían enjundia a los coros que José José ya no podía alcanzar y que se ahogaban en las voces de coristas y del público.
Hablando de sus demonios, minimizados gracias a su fe, el intérprete regaló dos popurríes.
La reunión también sirvió para que le otorgaran reconocimientos. Antes de irse, seleccionó “40 y 20”, “Secretos”, “La nave del olvido” y terminó con “El Triste”, canción en la que robó lágrimas a algunos.