En la casa, en la calle y en el camión, hay poesía, incluso mientras el poeta duerme, el poema se revela en sus sueños, dice Florentino Chávez, autor del nuevo libro Los altares de la lluvia, una compilación de 13 poemarios, algunos inéditos, otros publicados en editoriales independientes y revistas.
La poesía, dice Florentino, la experimentan y procesan todas las personas, desde “los niños, los enamorados, los borrachos (bueno los compañeros —agrega y ríe—), y los que creemos alucinados, también el pueblo humilde y trabajador, aparentemente sin cultura, maneja el espíritu de la lengua y es bien poeta”.
Los altares de la lluvia tardó dos años en ser publicado por el Fondo Editorial de Querétaro, en esos dos años de espera, el poeta reestructuró algunos textos, pero los cambios no fueron registrados en este libro que apenas se presentó la semana pasada en Querétaro.
Pero escribir un poema y congregar un libro tampoco es tarea fácil. “Yo te escribo un poema, si me va bien, un texto o unas líneas y eso ahí lo dejo, al otro día escribo otro y medio año o un mes después otro o un día, una noche, porque hay veces que pueden salir 15 poemas de una noche, y ahí tienes el libro, pero no te sientas a escribir con la idea de hacer un libro, sino un poema”.
Nostalgia y asombro por escenas de la vida cotidiana, recuerdos y sueños, son algunos de los temas referenciales en la obra de Chávez Los altares de la lluvia.
El poema con que abre este libro es Una flor contra la guerra, sobre este texto el poeta dice: “en ese tiempo me pegó la masacre de Irak, en general todas las guerras porque generalmente creo que la hacen los más ricos contra los más jodidos, y nada más por vivir según mejor”.
El espíritu poético de la cultura maya y náhuatl, descritos en Mujer estrella y Tlacuilo corazón, dan cierre a esta publicación que está a la venta en la Librería Cultural del Centro.
Algunos de los poemas de Los altares de la lluvia están dedicados a familiares, amigos y escritores como Tarcisio García y Alberto Arellano.
Respecto a la generación a la que pertenece Arellano, el poeta Florentino comentó: “traen una poesía muy limpia y profunda, alimentada con las mejores voces de la poesía internacional contemporánea, contrariamente a nosotros que nos abrevamos de la tradición clásica; pero los de la generación a la que pertenece Luis Alberto y Román Lujan son muy bien hechos, son casi impecables, con unas líneas muy sólidas”.
De los poetas queretanos nacidos en los 80, el escritor expresó que “vienen llenos de una ira contenida, coraje y conciencia, y creo que eso también es la llama de la poesía; el que trae un dolor, una rabia, puede escribir versos muy dolorosos pero muy humanos, y estos muchachos vienen así”.
Florentino Chávez nació en Querétaro en 1942, entre la calle de Estío y Primavera, cerca de la estación de ferrocarriles a donde todas las tarde iba con su abuela a ver llegar el tren. Su abuelo era un carnicero que tenía el don de la palabra. De su padre oyó los primeros versos y de su abuela materna los primeros rezos.
En la calle de Otoño, del barrio de San Sebastian, Florentino conoció al poeta, Salvador Alcocer.
En una entrevista realizada a “Chava” Alcocer en 2011 el poeta dijo: “Cuando empecé a escribir conocí a una persona con una cultura fuera de serie, que es Florentino Chávez”.
“Me hice de una gran amistad con él porque coincidíamos en las lecturas y siempre buscábamos autores muy diferentes a los que la gente leía, y si a eso le agregamos que este cuate había estado en el seminario y sabia otros idiomas”, señala. El poeta queretano, Florentino Chávez puntualiza que no escribe por dinero. “Por fama, puede ser. Popular y de barrio, entre los míos, sin pensar en la posibilidad de traspasar más fronteras que las propias”, puntualiza el autor de Es él mismo la luz.