Recorrieron todos los mercados conocidos de Querétaro en busca de huacales, esas cajas de madera que luego de cumplir su función como contenedores de frutas y verduras van directo a la basura, fueron rescatadas por estudiantes de arquitectura para crear unos trenecitos (módulos de lectura) en donde quieren poner a leer a todo México.
Jessica Arreguín, Dulce María de León, Lizbeth Gutiérrez, Violeta Zamora, Celic Hernández y Berenice Zepeda, estudiantes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), desarrollaron el proyecto “Lectura en movimiento”, enfocado a promover la lectura en niños.
En la construcción de su primer trenecito descubrieron algunas fallas, pero también notaron con entusiasmo el interés de los niños por acercarse a los libros. Ellas también son lectoras y eso las anima a seguir trabajando en este proyecto. Hasta tienen su propio hashtag: #UAQalesdelectura.
Lugar libre para leer. Todo comenzó en las bibliotecas de la UAQ, tratando de hacer más cómodos y amenos los lugares de lectura. En su investigación, las futuras arquitectas descubrieron que mucha gente cree que sólo en la biblioteca hay libros, pero no van a las bibliotecas porque ahí no permiten hablar ni siquiera reírse y mucho menos comer. “No es un lugar libre, lo ven como un encierro”, dicen.
Así que decidieron construir algo divertido, dinámico, fácil de transportar y barato. Usando sólo huacales y bisagras crearon un trenecito. El propósito de utilizar estos materiales tan sencillos y fáciles de conseguir, es para que cualquier persona pueda crear su propio módulo de lectura, hasta hicieron un manual donde detallan paso a paso el procedimiento de elaboración.
“El objetivo de este módulo es que pueda llegar a las comunidades, a todos los niños. El proyecto estaba pensado para estudiantes, pero vimos que la problemática no está en los estudiantes de la UAQ sino entre los niños, por eso decidimos hacer el trenecito, para llamar la atención de los niños y lo queremos llevar a las comunidades”, explica Jessica Arreguín.
Lizbeth Gutiérrez comenta que dentro de sus investigaciones se dieron cuenta “que las personas adultas que leían es porque sus papás les fomentaban la lectura desde niños, y los que no leen es porque no recibieron ese hábito desde niños, por eso decidimos hacer este módulo, para llamar la atención de los niños y que ellos solos se acercaran y pudieran tomar un libro y leer; tenía que ser divertido, dinámico y que se pudiera mover fácilmente, por eso nuestro proyecto se llama: Lectura en movimiento”.
Trenecito con futuro. Lo que sigue, dicen casi en coro, “es continuar luchando, nuestro objetivo es más ambicioso, queremos que se fomente la lectura en todo México, esto es sólo un ejemplo de lo que podemos hacer”.
Antes de concluir su primer semestre, en la carrera de arquitectura de la UAQ, llevaron a pasear su trenecito por las calles del Centro Histórico. De inmediato llamó la atención, aunque varios lo miraron con extrañeza. Hasta un niño se les acercó para preguntarles: ¿Para qué es eso? “Se sacó de onda cuando le dijimos que era para leer, dijo ¿leer?... Y se fue. Como que a muchos no les llama la atención o no se les hace normal, pero a otros sí les causa curiosidad el trenecito y se quedan a leer”, agrega Dulce María de León.
El proyecto está en su primera etapa, a las futuras arquitectas les tocará trabajar en las fallas que notaron en el modelo inicial, como mantener la forma del trenecito pese al constante movimiento de la pieza, y quizá tendrán que incluir en el manual que hay probabilidad de astillarse y recibir unos machucones en los dedos, como ellas mismas lo padecieron, pero nada grave.