Para revertir los problemas de obesidad y mantener la salud es necesario, además de realizar actividad física, llevar una dieta balanceada. Esto se puede lograr conociendo el Plato del bien comer, el cual divide los alimentos en tres grupos: frutas y verduras; cereales, tubérculos y leguminosas; y alimentos de origen animal.
La recomendación es incluir un ingrediente de cada grupo en desayuno, comida y cena. Y es que las frutas y verduras aportan principalmente vitaminas y minerales, los cuales ayudan al buen funcionamiento del cuerpo humano; los cereales como maíz, trigo, arroz y tubérculos, son fuente de energía; y las leguminosas y alimentos de origen animal proporcionan proteínas, que nos ayudan a la formación y reparación de tejidos, entre otras cosas.
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Las vitaminas y los minerales también son conocidos como micronutrimentos. Éstos, de acuerdo con la Guía de Orientación Alimentaria publicada por la Secretaría de Salud, “son sustancias nutritivas que necesita el organismo en pequeñas cantidades para su buen funcionamiento; entre ellos están las A, C, ácido fólico y algunos minerales como el hierro, el yodo y el calcio”.
La Vitamina A, por ejemplo, mejora la resistencia del organismo a infecciones y ayuda a prevenir padecimientos gastrointestinales y respiratorios.
La C ayuda a evitar enfermedades infecciosas, principalmente respiratorias y a la cicatrización de heridas, entre otras. Está en los cítricos, como naranja, toronja y lima.
El ácido fólico colabora en la formación de la sangre y está en ingredientes, como trigo integral, hígado y huevo.
En el caso de los minerales, el hierro es un componente de la sangre que lleva oxígeno a todo el organismo. Se encuentran en frijoles, lentejas y verduras.
Sin duda, incluir la cantidad adecuada de estos alimentos en la dieta diaria es esencial para ayudar tanto en el crecimiento de los niños, como en la prevención de enfermedades en los adultos y en la salud de embarazadas, entre otras aportaciones para una vida saludable.