Desde que entras al restaurante Don José, se percibe una vibra de paz y armonía, enseguida las fundadoras del lugar —las hermanas Laura y Daniela Guerrero— te reciben con una gran sonrisa y una breve explicación de sus platillos. Además, el olor a los panques de limón recién horneados, te atrapan de inmediato.
Se trata de un espacio acogedor en el que se pueden disfrutar cuernitos, baguettes y pan pita, servidos en un concepto “to go”, es decir, preparados ricos y fáciles de llevar a cualquier lado, aunque también se ofrece la opción de probarlos en el mismo lugar, pero cabe destacar, que los cubiertos aquí están out.
La historia comienza muchos años atrás, ya que la familia siempre ha tenido el gusto por la cocina, tanto dulce como salada, por lo que han experimentado en el mundo gourmet con distintas propuestas de negocios.
A inicios de este año, Laura Guerrero, quien radicaba en la Ciudad de México, regresó a vivir a Querétaro por cuestiones de salud de su padre.
“Cuando llegué, pensé qué iba a hacer para trabajar, fue entonces cuando me uní con mi hermana Daniela para buscar una propuesta en el centro, ya que amamos esta zona”, expresó Laura.
Sin buscar tanto, dieron con una encantadora casa, y la mente de las hermanas Guerrero voló hacia la idea de fundar un espacio cultural, que girara en torno a una cafetería.
La cocina por su puesto sería el espacio para la preparación de los platillos, la sala fungiría como un salón para talleres de todo tipo; una de las recamaras estaría destinada a convertirse en tienda de diseño mexicano y el patio, sería el lugar perfecto para que los comensales se sentaran a leer o platicar, mientras degustan de una de las especialidades de la casa: el té chai artesanal.
El lugar recién abrió hace algunos meses, razón por la que aún se sigue maquilando el concepto, pero el restaurante ya se encuentra funcionando al 100% y diariamente sorprende a los clientes con su decoración vintage a través de detalles, que en su mayoría fueron hechos a mano, tanto por las hermanas como por carpinteros de la zona.
“Soy diseñadora industrial, así que yo hice los muebles. La estufa antigua, que es uno de nuestros atractivos principales, nos la vendió una señora de La Cruz. Me encantó acompañar desde el principio a Laura en esto, porque es algo que nos recuerda mucho a mi papá, quien ya no está con nosotros y precisamente por eso se llama Casa Don José, porque él es la base de todo esto; nos trajo a estar juntas como familia”, comentó Daniela.