La Filarmónica de Viena podría hacerlo mejor y el programa de la Ópera vienesa es un desastre, asegura el director artístico del Teatro Real, Gerald Mortier, en una entrevista que publica mañana el semanario austríaco Falter.
"Algunas veces son fenomenales, pero hay momentos en los que hay que decir que podrían ser mucho mejores", asegura Mortier en esa charla.
El intendente del Real entra así en la polémica sobre la exigencia de que la Filarmónica vienesa de que su opinión sea tenida en cuenta para nombrar al nuevo responsable artístico del Festival de Salzburgo, un debate en que la orquesta incluso ha dejado caer la posibilidad de reducir su tradicional participación en el certamen.
Según Mortier, la polémica tiene que ver con el deseo de elevar sus honorarios, una cuestión que el belga vinculó con la calidad de los filarmónicos.
"La pregunta es: ¿Toca la Filarmónica siempre con su mejor nivel en el Festival de Salzburgo? Yo diría que no", sentencia.
El intendente del Real asegura que algunos directores de orquesta han dejado de acudir a Salzburgo por culpa, en parte, de la Filarmónica de Viena por sus frecuentes cambios de instrumentalistas.
En sus críticas, Mortier responsabiliza en parte a los filarmónicos vieneses de que la calidad artística de la Ópera de Viena "sea actualmente una catástrofe".
El motivo, la influencia de la orquesta a la hora de elegir al actual director, Dominique Mayer; "tiene sus cualidades, pero hace justo lo que la Filarmónica quiere", señala Mortier.
Al respecto, señala que cuando en 2010 se eligió a un nuevo director para la Ópera de Viena, le fue ofrecido el puesto, pero que esa opción no cuajó al plantear como condición hacer cambios en la forma de trabajar de la Filarmónica.
Preguntado sobre el programa del escenario vienés, Mortier contesta claramente: "Es un desastre", y añade: "Ni siquiera están los grandes clásicos del siglo XX. Ni un Szymanowski, ni un Schreker. No tiene por qué ser música posterior a 1950".
Un repertorio "pobre", preparado sólo para el bel canto y los cantantes y con una escenografías de las que "ni quiere hablar".
"Los grandes cantantes cantan en Viena y eso le gusta al público de abono medio. En eso no hay ningún mérito en una ocupación (de butacas) del 97 por ciento", asegura Mortier.