Al igual que su traducción del francés, “Petit Café” es un pequeño recinto ubicado al interior de Plaza de las Américas, donde los amantes de esta bebida acuden cada día para cumplir con su dosis diaria de café, mientras leen el periódico, conversan con alguien o clavan sus ojos en el celular.
Entre los centenares de escaparates que conforman al que fue en 1978 el único centro comercial de Querétaro, destaca el de Benjamín Núñez, un jaliciense que llegó a la ciudad junto con su familia, para cumplir con sus labores dentro de una empresa llamada Celanese Mexicana.
Al jubilarse, Núñez decidió emprender su propio negocio; primero puso una carpintería y posteriormente la cafetería que recibió a sus primeros clientes en la primavera del 18 de mayo de 2004.
Desde entonces, a partir de las 8:15 horas, Benjamín abre la cafetería luciendo siempre impecable y elegante, con corbata al cuello, y una enorme sonrisa.
Un mandil de color vino sobre su traje reza un singular dicho en francés: “C’est si bon”, que quiere decir "eso está muy bueno”, el cual escogió en un primer momento para darle nombre al recinto. No obstante, con el objetivo de diversificar al público asistente, decidió elegir otro mote, el actual, con el que asegura, comenzaron a llegar más jóvenes.
“Somos amantes de la cultura francesa”, dice cuando se le pregunta sobre el concepto del espacio, que se extiende hasta la avenida Nicaragua —todos los pasillos en la Plaza fueron clasificadas bajo nombres de países— en la que ha situado cuatro mesas de madera con sus respectivas sillas, que recuerdan a las calles parisinas de las fotografías de Robert Doisneau, en las que las cafeterías aparecen con este mismo mobiliario al exterior, colocadas así estratégicamente para invitar al transeúnte a quedarse.
Durante la charla, recuerda que aunque París no fue la ciudad pionera en la creación de estos lugares tan imprescindibles hoy en día, los franceses fueron quienes los hicieron populares como sitios para la tertulia y la construcción de ideas; fue el caso del afamado “Café de Flore”, abierto en el Boulevard de Sant-Germain de París en 1887, en el que filósofos como Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre se reunían con otros pensadores de la época, a verter sobre las mesas disertaciones existencialistas entre cada sorbo de café.
“El café lo empezaron a controlar los árabes a través del puerto de Moca, en la península Arábiga. El primer lugar a al que llegó este grano en Europa fue Venecia, ahí se construyó la primera cafetería abierta al público, al igual que en Roma. De hecho, en este lugar el papa Clemente Vlll, reclamó para los católicos el uso de café, que hasta entonces sólo lo tomaban los considerados ‘árabes infieles’. Poco a poco, en toda la plataforma continental de Europa, las cafeterías fueron apareciendo en un boom, principalmente en Francia, porque se prestaba para las discusiones políticas. Así nacieron muchas ideas y obras. Acá en México, por ejemplo, muchos poetas fueron poetas de café, como Manuel Acuña”, narró Núñez después de darle un sorbo a su humeante expresso.
Amor calientito
Mientras prepara un capuccino, Benjamín recuerda que sus primeros acercamiento al café fueron a los ocho años, en su tierra natal. “Un tío tenía huertas en Atotonilco el Alto, Jalisco, lugar donde nací. En esas huertas, además de mangos, naranjas, limas y algunos otros frutos pequeños, había café. Cuando lo visitábamos nos regalaba las cerezas maduras de esta planta para que nos comiéramos la pulpa; siempre y cuando, le entregáramos el granito del café a mi tía, quien se encargaba del secado, tostado y molido para la preparación de esta bebida cada mañana”, relató.
Por esta y otras experiencias vividas en su infancia y durante su juventud, Benjamín, quien también es barista, ha creado un menú como si de un monumento al café se tratara. En el listado se encuentran diferentes presentaciones de éste, que van desde el típico americano, el expresso hasta el frapuccino y moka frío. La gente que lo visita puede probar en el establecimiento la mezcla especial de la casa, o pedir para llevar, granos de café traídos desde Chiapas, Oaxaca, Veracruz, y de países como Colombia, Guatemala y Costa Rica.
También ofrece una extensa variedad de infusiones frutales y herbales de manzana, moras, cereza y jazmín, entre otras. Además del clásico Chai y té estilo inglés.
Cada bebida, ya sea en su presentación fría o caliente, puede maridarse perfectamente con panecillos de elote y brownies, además de galletas de café, chocolate y frambuesa, preparadas al estilo alemán.
Para los más asiduos a esta bebida, ofrece cafeteras italianas, prensas francesas y molinos, con el objetivo de que al dar el primer sorbo a su café, digan de manera instantánea “Cest si bon”.
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