Mientras el Museo Casa Diego Rivera de Guanajuato expone la serie “Arqueología de la mirada” de Santiago Carbonell, en Querétaro el pintor trabaja en el cuadro titulado Lupita García de Cuautitlán, una obra sobre la Virgen de Guadalupe al estilo Carbonell, “y en los ojos se reflejará Juan Diego, eso sí lo aseguro. Estaba, justamente, investigando sobre eso”, comentó a El UNIVERSAL QUERÉTARO.
Sin embargo, éste es sólo uno de los tantos proyectos del pintor. Desde hace varios años, se habla sobre la creación de un espacio propio en Querétaro para exponer, de forma permanente, su obra. Carbonell reafirma ese deseo, pero omite los detalles hasta que se haga realidad.
De hecho, desde el 2010, año en que presentó la obra De la belleza al desencanto en el Museo de Arte, no se ha realizado ninguna exposición del pintor a la fecha. “En Querétaro sospecho que, a lo mejor, no haga muchas exposiciones, porque ahora estoy pensando a ver si me hago un espacio propio. Es una cosa en la que llevo pensando desde hace mucho tiempo”, confesó el pintor.
Gustoso de la escritura, el artista también tiene un guión de televisión, aunque los detalles son derechos reservados. Sobre su trabajo como muralista, tras haber hecho una obra para la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dijo “empecé un proyecto en la India, aunque éste fracasó. Pero, las ideas me sirvieron y me gustaría pintar algo aquí, en Querétaro, tengo la idea y todo”.
Manos llenas de pintura
Las necesidades y preocupaciones de un pintor, como Santiago Carbonell, son las mismas equiparadas con las de otra persona. “Comer y esperar que amanezca y seguir vivo y respirando, amar y odiar, y, sobre todo, tener la capacidad de todos los días cumplir con tu trabajo lo más honradamente que puedas”.
No le gusta distinguir el arte de otras ocupaciones; “yo creo que cualquier otra actividad humana hecha con amor, con honestidad, sinceridad y belleza empieza a tocar las células del arte”.
En sí, no le agrada la palabra arte ni la palabra artista. “Me gusta, a veces, que digan que soy un pintor a que soy un artista, porque el tiempo dirá si fue trascendente o intrascendente lo que hice, pero de todas maneras lo hago porque no se hacer otra cosa”.
De las demás artes, lo que más le gusta es “el arte de amar”. Se define como un hombre “que le gusta embarrarse las manos y la cara de pintura todo el día, y que lo hace porque, sencillamente, era un vago y siempre le gustó lo más fácil, que es pintar”.
Sus inicios en la pintura se dan desde temprana edad, y en la vida de un pintor, explicó Carbonell, hay diferentes etapas. Su inicio fue un periodo muy divertido, “porque era muy sencillo, después pase por etapas más duras. Cuando debes de empezar a pensar que te tienes que pagar la vida de tu trabajo, es una etapa bastante angustiosa y terrible. La mayoría de los artistas pasamos épocas muy duras y difíciles y, ahora que lo recuerdo, creo que mis tiempos de pobreza y de bohemia son uno de los más felices e intensos de mi vida. Ahora me siento un poco más en el lugar de confort, más seguro con lo que hago y también más juguetón”.
Querétaro y la pintura
Hace más de 20 años, Carbonell llegó a Querétaro. De aquel momento a la fecha, la ciudad ha cambiado más que él, afirmó.
“Cuando llegué era un pueblo, todos lo saben. Era realmente un pueblo provinciano, fiestero, bicicletero, bastante beato, bastante aburrido, por cierto, pero te podrías dar el gustazo de, a las ocho de la noche, caminar en medio de la calle del centro, y estabas seguro que nadie te iba a atropellar porque no había un solo coche. Era una vida un poco más enclaustrada, pero hermosa. Había muy poca gente, mucha tranquilidad, era un lugar para la reflexión, para encontrarte a ti mismo. Entonces, yo no solamente me encontré a mí mismo en esta ciudad, sino que encontré a mi mujer y a mis hijos, ¿qué más puedo pedir?”, concluyó.