Con lecturas en voz alta que vienen desde las creadoras mismas, se está llevando a cabo el Encuentro regional de escritoras 2018, en donde 46 mujeres de Querétaro y ocho de otros estados participan en esta sexta edición que cada año continúa creciendo.

“Desde su inicio sirvió para encontrarnos entre nosotras, para conocernos y reconocer nuestra obra, porque había veces que de oídas sabías quién era Silvia o Encarnación por ejemplo, aquí es donde nos encontramos y nos empezamos a leer, pero ya con una profundidad, conociendo a esa persona y adentrándonos en su obra”, asegura Rocío G. Benítez, quien participa en este encuentro que ha servido para motivar a los jóvenes a acercarse a la literatura y buscar dejarse llevar por el arte de escribir.

“Les hemos aconsejado mucha lectura y escritura, además de buscar, investigar y conocer autores nuevos, aunque también es importante leer a los clásicos, pero alejándose de los clichés de a quién hay que leer por lo que se dice o por ser un best seller, que se haga la lectura por gusto”, advierte Ana Georgina St Clair, otra de las autoras participantes.

El oficio de ser escritor a veces se idealiza como una actividad en la que la gente reserva una temporada en lugares recónditos y hermosos para escribir, sin embargo el ejercicio en la vida real es muy diferente, ya que se trata como en este caso, de mujeres que deben conciliar este oficio con su vida normal.

“Implica mucho trabajo, disciplina, dedicación, lectura y a veces es algo hasta obsesivo cuando uno está muy metido en la creación, pero al final resulta satisfactorio por estas vivencias que surgen con el encuentro, porque ver a estos chicos mostrar sus inquietudes y saber que ellos quisieran seguir estos pasos, lo compensa maravillosamente”, dice Silvia Lira León.

En algunas ocasiones, asegura María Encarnación Ríos, el sacrificio se ve reflejado en las horas de sueño porque en algún momento deben encontrar el espacio para continuar con esta labor que se concilia con el día a día.

Con el poder de la palabra
Con el poder de la palabra

“Nos desvelamos, lavamos, planchamos y cocinamos y tenemos múltiples roles como mujeres. A mí me tocó el rol de esposa, madre e hija y ahora tengo el de abuela, entonces es un esfuerzo también en cuanto a los tiempos y por eso a veces hay que quitárselo al sueño”, señala Encarnación Ríos y recuerda que en ocasiones las poemas surgen en el momento menos esperado y deben tomarse por lo menos una pausa de algunos minutos.

“A veces incluso el poema sale intempestivamente en el momento indicado, recuerdo que una vez estaba en la universidad y salí de la clase como poseída, me senté en un banco y me puse a escribir el poema que salía a borbotones y se acercó una chica, pero le pedí que me disculpara porque yo sabía que si lo soltaba el poema se iba, entonces como la vida de cualquier persona, es de acrobacias donde lo logras o no, y ahí está la diferencia”, advierte la escritora.

Asimismo, Ana Georgina asegura que para muchas, escribir se convierte en un desahogo.

“Es fundamental porque me ayuda a sobrellevar el día ya que se viven angustias por las situaciones, no sólo a nivel familiar, sino también por lo que tristemente pasa en el país y la escritura ayuda a vivir porque sacas la emoción, la traduces en algo tangible, e incluso cuando estás escribiendo un poema y luego lo lees, te explicas y te desahogas. En mi caso aprendí a revivir mi infancia, que fue muy difícil y me liberé de ese peso, se convirtieron en historias que quizá a otras personas le pueden servir”, asegura.

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