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Hace seis años Paloma Arredondo abrió su correo electrónico y vio un mensaje con título “Propuesta Diego Luna”. Desconfiada por los virus cibernéticos, lo borró. Después recibió uno más y lo volvió a hacer.
Tuvieron que llamarle telefónicamente para que la actriz hiciera caso: El Charolastra deseaba verla para que participara en su ópera prima, Abel, pero no frente a la cámara, sino detrás.
“Tengo unos niños escogidos y quiero que los vayas a ver”, le dijo Diego. “quiero que seas el acting coach”.
Paloma nunca había escuchado el término, consistente en tener a alguien cercano, en este caso a un niño, para prepararlo con miras al rodaje y, en ocasiones, estar en el set.
Llevaba tres años dando talleres de actuación en CasAzul y antes, trabajó con marionetas por el simple hecho de ver cómo reaccionaban los niños.
En pantalla había tenido participación actoral en Capadocia y Backyard: el traspatio
“Cuando comencé (en el medio artístico) me dijeron que a toda invitación dijera que sí”, recuerda, “No sabía qué era acting coach, pero dije, va”.
Con Christopher Ruiz-Esparza logró un fenómeno. El niño ganó el premio Ariel a lo mejor del cine mexicano.
Desde entonces su trabajo con infantes se ha visto en Besos de azúcar; preparó el elenco infantil de la telenovela La fuerza del destino y por su taller han pasado gente como Sebastián Aguirre, protagonista de Obediencia perfecta, nominado al premio Ariel.
Este año se verá su labor en la secuela de Kilómetro 31 y el largometraje Jeremías, sobre un niño genio.
“Todos los niños puden actuar, pero no son actores”, subraya Paloma.
“Con Abel pensé cómo podía usar a mi favor los estudios actorales y compartirlo; porque en aquel momento la Paloma de 29 años, no podía hacer un personaje de siete años”, narra.
¿Cómo hacerlo?
Yo había ido a muchos casting, a drede, para ser rechazada. Decía; no soy la rubia de dos metros, pero entiendo la psicología del personaje perfecto, cómo analizarlo y hacerlo. Entonces estudié mucho el guión de Abel como si fuera yo a hacer el personaje y luego vino el cómo explicárselo al niño.
¿Cómo se trabaja?
Los directores dicen que no quieren niños actores y para eso sirve el taller; yo recomiendo tres meses antes si es un protagónico porque ayuda a ver qué tanta capcidad tiene de escuchar, de abstraer, de seguir indicaciones.
¿Se platica con los papás?
Los niños son transparentes, por eso son tan buenos para actuar. Es necesario que los papás estén cerca porque al final con los niños está una relación de autoridad y que de repente se pierde.
De pronto el niño es el verdugo de quien lo cuida porque se rompe un límite extraño al ser una fuente de ingresos y comienzan con el (necesito) agua, zapatos. Cuando inicio les digo; no soy tu mamá, ni tu criada, ni tu nana, ni nada, es una relación de respeto entre los dos.