En todo el mundo, Latinoamérica y México, se venden dispositivos móviles (celulares y smartphones) pirata, “en algunos países de América Latina el problema de adquisición de estos equipos ya representa hasta 20 por ciento del mercado y a nivel mundial casi alcanza el 10 por ciento; en México 2.4 millones de unidades vendidas de celulares son pirata”, indicó José Martínez, director de Relaciones con Gobierno en Nokia América y presidente del Grupo de Trabajo con equipos Piratas y Subestandar de la Mobile Manufacturers Forum (MMF), una asociación internacional de fabricantes de equipos de telecomunicaciones móviles o inalámbricas.
A estas imitaciones se les conoce como teléfonos subestandar o “shanzhai”, que en apariencia se ven igual a los originales pero están fabricados con materiales de poca calidad que incluso pueden causar problemas a la salud.
“Hemos visitado algunas plazas en México donde se venden celulares que son imitación de iPhone, BlackBerry y Nokia, por lo general no traen marca o tienen un nombre genérico como Nokla, Aple o tienen marcas de otro giro comercial como Louis Vuitton, pero en el interior portan un riesgo a la salud de las personas, por los materiales con los que se fabrican”, expresó Carlos Bello, vicepresidente jurídico de la Asociación Mexicana de Internet.
Además, acotó José Martínez, estos equipos no cumplen con ninguna norma de fabricación, no pagan regalías de propiedad intelectual, por lo que en suma llegan a costar hasta 60 por ciento menos que un original y debido a estas características tienen demanda en países emergentes.
El especialista de Nokia dijo que “este fenómeno inició en China y Asia, luego llegó a América. En específico en Latinoamérica empezó más tarde, pero está creciendo. Brasil, Paraguay y Colombia son los países con mayor porcentajes de venta”, declaró Martínez.
En países como Paraguay, la piratería de celulares representa el 50 por ciento del total de los equipos. “En 2010 ese país de 7 millones de habitantes importó 13 millones de teléfonos de lo que se infiere que desde ese lugar se distribuyen a Sudamérica.
“Estos teléfonos afectan principalmente al consumidor, al gobierno (por el tema de la disminución en la recaudación) y obviamente a las empresas fabricantes.
“Para el consumidor, la consecuencia no se nota en el precio, porque lo adquieren barato, pero sí repercute en la violación a su seguridad ya que este tipo de aparatos no ofrecen todos los respaldos de seguridad que requiere un dispositivo en el que se guarda información personal, se entra a redes sociales, se hacen pagos en línea, se maneja cuentas bancarias, etcétera”, señaló Carlos Bello.