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Estamos en días complicados para muchos niños y para sus padres porque son días en que los niños empiezan a ir a la guardería por primera vez y están en el periodo de adaptación a esta nueva vida que llevarán a partir de ahora.
No existe una receta mágica que haga que los niños entren felices y contentos a la guardería, pero sí hay algunas recomendaciones y pautas que pueden seguirse para tratar de ayudarlos a que este complicado proceso sea mejor o para que al menos se sientan comprendidos. A continuación explicaremos cómo (tratar de) ayudarles a vivir mejor el periodo de adaptación.
Tener en cuenta que ellos no han pedido ir a la guardería. Lo siento, pero hay que decirlo para, a partir de esta base, construir el resto de recomendaciones al respecto: los niños no piden ir a la guardería, al menos no la mayoría. Si por ellos fuera estarían siempre con mamá o con papá, jugando con ellos, pasando tiempo con ellos, creciendo como seres emocionales que aún no saben nada de la vida.
Es cierto que ven niños y se tiran, que les encanta compartir espacio con otros niños, pero también es cierto que no cambiarían a un niño por su madre. Dicho de otro modo, ver que quieren estar con otros niños no significa que los sustituiría por mamá durante varias horas al día, sino que les gustaría estar un rato con ellos y con mamá a la vez.
Sabiendo que ellos no elegirían ir a la guardería, los padres debemos tener en cuenta que pueden llevar muy bien la adaptación, la pueden llevar regular y la pueden llevar fatal, y debemos ser conscientes de por qué lloran, de por qué lo pasan mal y así, tener claro que debemos ayudarles, cuanto más, mejor.
Anticiparles lo que va a pasar
Sé que muchos niños ya empezaron el periodo de adaptación y quizás este consejo llegue tarde, pero aun cuando ya hayan empezado, se puede seguir trabajando en casa. Este consejo es para niños que ya entienden un poco lo que sucede, que conocen el juego simbólico, a través del cual emulan la vida diaria con sus muñecos o representando personajes.
Esto sirve también para niños más pequeños, siendo conscientes de que el nivel de entendimiento será menor.
La idea es representar la vida en la guardería con muñecos para que ellos se anticipen a lo que va a pasar. Se puede hacer también representando personajes, el niño haciendo de sí mismo, por ejemplo, y mamá o papá haciendo de la educadora infantil.
A través de los personajes se crean diálogos y situaciones cotidianas para que el niño las vaya conociendo, como por ejemplo la llegada, con un ‘Buenos días, Martín. Soy Ana, ¿me das un abrazo? ¿Qué tal has dormido hoy? ¿Quieres que juguemos? Genial, pues vamos a decirle adiós a mamá y a explicarle que hoy vamos a jugar a un montón de cosas”.
Cuanto más juguemos a ello y más entrenemos los personajes, más veces vivirá la guardería en un entorno agradable (con imaginación, claro) y más cotidiano se le hará aquello que luego vivirá sin nuestra compañía. Sería, para ejemplificarlo, como los astronautas que se someten a duros entrenamientos para luego poder vivir en el espacio. Estaremos jugando a ir a la guardería y así, cuando vaya, sentirá (un poquito) que ya conoce el ambiente y la dinámica.
Darles el tiempo que necesiten. Con los periodos de adaptación hay dos problemas que hacen que la cosa no acabe de ir bien: que en la guardería sean demasiado estrictos y no permitan un periodo flexible para el niño y/o que los padres no puedan hacer el periodo de adaptación tan largo como el niño requeriría, por cuestiones de trabajo.
Una persona no se adapta a un nuevo ambiente, a un nuevo lugar y a nuevas personas en dos horas ni en dos días. Los niños tampoco. La finalidad del periodo de adaptación es que el niño vaya conociendo el nuevo entorno, su nueva cuidadora y sus nuevas amistades para que acabe sintiendo que está en un sitio seguro, no amenazante, incluso cuando su madre o su padre no están con él.
Despídete, siempre
Son muchos los niños que, por desgracia y por no usar el sentido común, se han sentido literalmente abandonados en la escuela infantil. ¿Conoces la amarga sensación de estar en un supermercado y darte cuenta de que tu hijo no está a tu lado? ¿Recuerdas qué se siente cuando caminas por varios pasillos y no lo ves? Desaparecido. Estaba a tu lado y de repente ya no está. Luego lo encuentras jugando, tranquilo, en cualquier sitio y le dices “¡no te separes de mí, no sabía dónde estabas! ¡Vaya susto me has dado!”.
Pues es curioso que, teniendo esto en cuenta, los mismos padres sean capaces de aprovechar un momento en que el niño está entretenido para desaparecer y es aún más curioso (o absurdo) ver que son las mismas educadoras las que les hacen gestos de ‘vete, vete’ porque han conseguido tener al niño entretenido.
Está claro que de este modo cuando la madre o padre se va, el niño está tranquilo. ‘Qué contento se queda mi niño en la guardería’, podrá pensar algún padre. El problema es lo que sucede cuando el niño se da cuenta de que se ha quedado ‘solo’. Ahí llega el momento en que se siente confuso, abandonado y vendido a su suerte. No sabe cuándo se ha ido y no sabe cuándo volverá.
Hay que despedirse de los niños, siempre. Un besito, ‘te quiero’, ‘me voy a trabajar’, ‘luego vuelvo’, ‘aprovecha para jugar mucho’, etc. Le estás explicando que te vas y que durante un rato no vas a estar y que luego vas a volver. El niño se quedará quizás (probablemente) llorando, porque él se quiere ir contigo, pero no pudiendo ser, al menos tiene la información. Es lo justo y lo lógico. Luego en casa, si nadie dice ‘me voy’, no tendrá motivos para pensar que se va a quedar solo en cualquier momento.
Digamos que la diferencia está clara. En el primer caso el niño se queda tranquilo pero luego lo pasa mal el resto de la mañana por sentirse abandonado. En el segundo caso el niño se queda mal, pero con el tiempo entiende que siempre hay una despedida y un reencuentro y es capaz de enmarcar ese tiempo ‘solo’ entre ambos momentos, el ‘Hasta luego’ y el ‘Hola, mi amor’.
Lo cierto es que uno se despide porque es lo correcto. ¿Cómo te sientes cuando alguien se va sin decir adiós?
Comprensión
El último consejo, pero no por ello el menos importante (de hecho es el más importante), es el de ser comprensivos, muy comprensivos y ser muy empáticos.
Tratemos de ponernos en su lugar para saber qué siente y por qué lo siente, apoyarlo y ayudarlo y tener en cuenta que, si cambia su relación con nosotros cuando está en casa, demandando más contacto y más tiempo con nosotros debemos hacer lo posible por dárselo, porque nos está pidiendo que le demostremos que lo seguimos queriendo.
Separarte de la persona más importante de tu vida es muy difícil, si además esa persona es tu guía, tu referente y apoyo en los malos momentos, no sólo puedes sentirte triste, sino también desubicado y sin saber qué rumbo tomar.
Poco a poco debe ir apareciendo la educadora, esa nueva persona que la hace de guía durante unas horas, con la que debe tomar confianza. Como hemos dicho, esto no sucede en pocas horas o en pocos días, por eso es necesario que ofrezcamos a nuestro hijo todo el apoyo posible para que el cambio sea tan suave como logremos conseguirlo.