Puebla.— Esta fue la primera vez que un circo mexicano no llamó a sus caballos, sus tigres, sus elefantes, sus leones ni a ninguno de los animales que por cientos de años dejaron boquiabiertos a niños con su majestuosidad y entrenamiento.
Esta vez tampoco se levantó la carpa tradicional de circo, sino que se usó la que está pintada en el escenario del Auditorio del Complejo Cultural Universitario de Puebla. Ahí, el Circo Atayde Hermanos estrenó el sábado su show sin animales Circo Atayde en Escena, la nueva visión de Atayde Hermanos como respuesta a la ley que a partir del 8 de julio prohibirá el uso de animales en espectáculos circenses.
Pero el de esta familia es un caso excepcional, pues no todos los cirqueros han corrido con la misma suerte económica. Hasta ahora 70 circos han cerrado sus puertas por falta de recursos para renovarse, afirma Armando Cedeño, presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circo, quien viajó a Puebla para ver la gala.
Al preguntarle su opinión, Cedeño comentó: “Atayde representa calidad pero desgraciadamente falta el apoyo del público porque no hay animales, puedes presentar el mejor show del mundo pero si no presentas animales a la gente no le llama la atención como debería, será que no están acostumbrados”.
Y sí, el auditorio que abrió 2 mil lugares solamente estaba ocupado en poco menos de la mitad. La presencia de los animales fue sustituida por 22 actos entre los que se encontraban diábolos, cadenas aéreas, perchas, antipodismo, péndulo, mesa cómica, malabares, Cyr Wheel, Hoola Hoops, entre otros realizados por artistas mexicanos y extranjeros, quienes tampoco (como era tradición) se hospedaron tras la carpa de circo sino en hoteles cercanos.
A lo largo de dos horas, el público fue partícipe del show y no faltó el niño que pasó al escenario para ayudar al payasito con sus malabares y terminó arriba de un monociclo.
Una familia vivió este sábado su primera experiencia en un circo y sus integrantes dijeron haber salido emocionados por las acrobacias. No sintieron la falta de los animales porque nunca los vieron en escena.
Otra mujer dijo que antes no le gustaban los payasos pero ahora le encantó su humor blanco.
Los más chiquitos también hicieron buenos recuerdos esa tarde-noche, pues quedaron impactados con el acto en el que una mujer subió casi hasta el techo del escenario apoyada de un tubo fijado en la boca de otro artista. Y no conforme, dio vueltas y hasta jugó con un sombrero.
Luego de ver girar, brillar, volar y hacer actos mortales, el encuentro llegó a su fin cerca de las 19:30 horas con la canción “El circo ya está aquí” en voz de Elías Ajít. Y al finalizar, con un nostálgico sonido de caja musical, Ajít se despidió así: “Y bien, damas y caballeros, el circo ha terminado, saltimbanquis, bailarinas, trapecistas, payasos, los volatineros trashumantes se han ido; mañana estarán en otra ciudad, país y mundos. Sin embargo, como el Ave Fénix el circo renace y se reinventa con nueva magia, con nuevos sueños y ahora en el teatro, porque ¿saben amigos? El circo siempre seguirá siendo: ¡su Majestad, el circo!”.