La energía solar que alcanza la Tierra es una porción mínima de los aproximadamente 380 trillones de Megawatts que a diario genera nuestra estrella. Bastaría con colectar la que llega a la superficie durante 20 días para igualar a la de todas las reservas conocidas de petróleo, carbón y gas en el planeta.
El potencial para el aprovechamiento de energías de fuentes renovables -de viento, geotérmica (calor de la tierra), del mar, hidroeléctrica, de biomasa y sobre todo solar- es enorme también en México, debido a su localización geográfica, litorales y vastos recursos naturales.
Sin embargo, mientras las grandes economías del mundo como China, EU y Alemania tienden a reducir su huella de carbono y a producir más energía eléctrica y calor a partir de esas fuentes renovables, nuestro país tiene un gran rezago.
De los 63 mil 745 Megawatts de energía que el año pasado se generaron en México, 76% provino de fuentes fósiles como gas y petróleo. Y dentro del 24% restante, sólo 4% fue producida a partir de fuentes alternativas no contaminantes.
Ante ello, la Prospectiva de Energías Renovables 2012-2026 de la Secretaría de Energía prevé diversificar el portafolio energético e incrementar la participación de nuevas tecnologías para cumplir con la meta de alcanzar al menos 35% de la generación de electricidad a partir de fuentes limpias hacia el año 2024.
El progresivo agotamiento de las reservas fósiles, el abaratamiento de las tecnologías y la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética- pueden favorecer tales esfuerzos.
Los retos
Pero es necesario ir más allá, advierte Héctor Mayagoitia Domínguez, del Instituto Politécnico Nacional. “El desarrollo de fuentes alternas de energía sólo se logrará con la decisión política, manifiesta en otros países, de apoyarlas técnica y económicamente”.
El Coordinador Politécnico para la Sustentabilidad recuerda que el cambio climático es favorecido en un 80% por la emisión de dióxido de carbono y otros gases contaminantes atmosféricos provenientes sobre todo de la quema de combustibles fósiles.
Por ello, el consenso internacional apunta a tomar medidas para evitar que el calentamiento del planeta (que ya llegó a 0.920 C) exceda el incremento promedio de más de dos grados centígrados respecto a los niveles que existían en la época preindustrial.
Aunque no hay grandes programas gubernamentales para captar la energía solar con fotoceldas y promover su aprovechamiento, se han instalado algunos centros en los últimos años que generan unos 20 Megawatts, expone por su parte Aarón Sánchez Juárez.
No obstante -según señala el experto del Instituto de Energías Renovables de la UNAM en un comunicado- este esfuerzo es bajo en comparación con lo que se ha hecho en naciones como España, Alemania y EU, donde existen programas gubernamentales para la promoción y uso de celdas solares.
“En México no ha habido apoyo para sostener un programa efectivo, porque somos un país productor de petróleo, y lo único que se tiene es el instrumento legal que permite la interconexión (de fuentes limpias) con la CFE mediante el criterio de medición neta”.
El académico considera que en el país existen los recursos tecnológicos para aprovechar esas fuentes no contaminantes, principalmente la solar, que tiene el mayor potencial de expansión en el mundo.
Alternativas
Sánchez Juárez admite que la generación de energía eólica es menos costosa en comparación con las fotoceldas, pero hay pocas zonas del país donde pueden aprovecharse adecuadamente las turbinas aerogeneradoras como en La Ventosa, en Oaxaca, donde estos aparatos funcionan 20 horas al día.
En cambio, la energía solar (que también puede captarse mediante otras tecnologías, como los dispositivos concentradores, para generar directamente calor) tiene mayor potencial en el país, sobre todo en las zonas áridas del norte. En el caso de las fotoceldas, las desventajas son los costos y que se requieren grandes áreas de captación.
Por ejemplo, para generar cinco Kilowatts (el consumo aproximado requerido para una casa) se necesitan 50 metros cuadrados de área de captación. La alternativa, según Sánchez Juárez, es desarrollar sistemas de baja escala para uso doméstico y al tiempo mantener grandes proyectos, como el que la CFE inauguró en 2012 en Santa Rosalía, Baja California Sur, con una capacidad de generación de 1 Megawatt.
Mayagoitia propone explotar la energía del mar, para lo cual no existen en el país instalaciones comerciales; sólo prototipos y experimentos a nivel de laboratorio. Ello pese a que, según estudios de la CFE, en una zona de embalse de 2590 kilómetros cuadrados podrían generarse 23 mil Gigawatts/hora al año, con una potencia máxima instalada de 26 Gigawatts.
“En el Golfo de México y el Mar Caribe hay lugares con las condiciones adecuadas para utilizar los gradientes térmicos (diferencias de temperatura), mientras en costas de Sonora hay un buen potencial para aprovechar las mareas y corrientes marinas”, señala en el documento Cambio climático y fuentes alternas de energía, del IPN.
Para instalar una central mareomotriz se requiere cerrar un estuario o bahía mediante un dique provisto de compuertas. En cada una de ellas se colocan turbinas que van conectadas con un alternador.
Y para usufructuar las diferencias de temperatura se utilizan motores térmicos, que transforman la energía térmica en eléctrica.
Respecto a la energía de biomasa (residuos orgánicos) señala que casi no se usa en México para generar electricidad, pero está adquiriendo importancia la posibilidad de generar bioetanol y biodisel a partir de residuos agrícolas u otras materias primas de origen vegetal.
Estas medidas serán vitales para reducir las emisiones del país (800 millones de toneladas equivalentes de CO2) en 30% hacia 2020.