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Sergio Pfeiffer, decano del fotoperiodismo en Querétaro, falleció ayer a las 4:30 am, hora de Lima, Perú. El importante fotógrafo deja un legado en la memoria de los colegas y periodistas de la vieja guardia.
Autoproclamado como un “pata de perro”, fue un fotógrafo que tuvo, como todas las personas, muchos matices. Generoso para compartir con los amigos y colegas, siempre una sonrisa, un café o una bebida. Un fotógrafo exigente, que supo caminar por las calles retratando sus rincones, personajes, pero sobre todo supo disfrutar la vida. No sólo las calles de su ciudad de Querétaro, sino también las calles de La Habana, Panamá, además de Pueblos Mágicos, carreteras y cuanto camino se pusiera frente a su cámara.
Frente a su cámara pasaron políticos de toda índole, la sociedad queretana, y que un buen día decidió cambiar su rumbo para no arrastrar más la memoria fotográfica que había coleccionado por años para prender un cerillo a su archivo. En ese archivo se fueron las imágenes de la antigua cárcel que se ubicaba en la ahora casona de la Corregidora; de políticos, de movimientos sociales, la campaña a caballo del entonces candidato a gobernador, Rafael Camacho Guzmán; fotos del muy conocido secuestro del entonces niño Pablito Meré.
Tras una larga pausa, la fotografía lo volvió a llamar y entró la era digital, colaborando nuevamente con medios de comunicación. Cubrió de nuevo los movimientos sociales de la UAQ, #YoSoy132, las movilizaciones en Querétaro por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa; azarosas campañas políticas y por supuesto la vida cotidiana.
Por las casi madrugadas salía a correr y por las mañanas ya estaba en su mesa del restaurante 1810. Ahí se reunía con colegas, planeaba las coberturas, reía y cuando se podía fumar, prendía la pipa. Al medio día, si no había agenda volvía a casa a comer con su inseparable Elsa, quien le cerró los ojos por la madrugada de este viernes. Ella avisó a los amigos que había muerto el maestro.
Hoy nos quedan los aprendizajes, sus generosos consejos y palabras que con la autoridad que tenía por ser el decano del fotoperiodismo queretano.
