Aranza Campos es una joven diseñadora de modas que supo canalizar una etapa crítica depresiva para transformarla en una exitosa pasarela que además tuvo una causa: ayudar a niños de una casa hogar.
La creativa de la moda platicó con EL UNIVERSAL Querétaro y explicó que este evento lo organizó junto con su mamá, y aunque tuvo dos diseñadoras invitadas, toda la responsabilidad recayó en ella.
“Empezamos este proyecto desde julio, porque yo sufro de ansiedad, depresión y TDAH y caí en una crisis muy fuerte de depresión en la que a veces se te quitan las ganas de vivir. Y pues como que me alentaron a hacer este proyecto porque también junto con la casa hogar, pues quisimos hacer una acción bonita y poder ayudar a los jóvenes y a los niños a que puedan estudiar y tengan esa oportunidad”, expresó.
El eje temático de la pasarela giró en torno a la salud mental. “Yo quería concientizar sobre los trastornos mentales y la importancia de entenderlos y de saber qué hacer como amigo, maestro, papá, etcétera”, comentó.
Una vez que tuvo todo listo —desde conseguir modelos, ensayos, música, maquillistas, peinadores, patrocinios— comenzó a bocetar, confeccionar y todo lo que conlleva un proceso creativo de moda y de una colección. Campos compartió que “también escribí una carta que se llama Divergente que habla sobre lo que es vivir con estos trastornos y pues ya se buscaba como mucho eso, como concientizar sobre la importancia de entender un trastorno mental y lo difícil que es vivir con eso”.
Aranza Campos mostró una colección de nueve looks llamada Nothing Matters “y habla sobre lo que es vivir con depresión. La casa hogar que ayudé se llama Hogares Providencia y lo recaudado por medio de los boletos fue la donación y pues por medio de esto pudimos ayudarlos a mejorar la calidad de vida de los niños”.
El final del evento fue más allá de saber que se había cumplido un compromiso, se convirtió en alegría y orgullo. “Ver que mis papás estaban ahí me generó aún más satisfacción porque siempre me han apoyado en todo momento y mi mamá ha estado 100 por ciento conmigo, apoyando mis sueños desde niña. A los cuatro años decidí ser diseñadora de moda y empecé a dibujar en mis cuadernos y hasta me regañaron las maestras. Hoy, ver que mi sueño de chiquitita se hizo realidad me generó muchísima satisfacción personal y mucha alegría, al saber que no sólo me ayudé a mí, sino a muchas personas”.