Querétaro siempre ha tenido espíritu imperial, y al momento de saber que la propuesta de Benito Juárez era separar al clero del gobierno, se recrudeció la relación de Querétaro con el Benemérito de las Américas, que sigue hasta la fecha en muchos ciudadanos del estado, afirma el historiador Gustavo Pérez Lara Hernández.
El también promotor cultural de la Secretaría Adjunta de la Presidencia Municipal de El Marqués, señala que es hasta que los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) enaltecen la imagen de Juárez, cuando la memoria de este personaje va cobrando relevancia.
Querétaro, señala, siempre ha sido gobernado por influencias político-religiosas. Esa fue una de las razones por las cuales, cuando se comienza a hablar de las leyes de Reforma se colocaron cruces en los cerros, como una forma de proteger espiritualmente al territorio de “ese demonio” que era Juárez para la población.
“La relación de agrado, de simpatía con este personaje no llega sino hasta cuando empieza la campaña de prestigio para él con las instituciones revolucionarias del PRI. Para ese entonces es cuando comienza a tener relevancia su memoria. Porque recordemos que incluso la memoria de Agustín de Iturbide, hasta los años 20 del siglo pasado era muy solicitada”, recuerda.
El historiador explica que se puede decir que cuando llega el año 1972, nombrado “Año de Juárez” por el gobierno de la República, es cuando este personaje cobra más relevancia, aunque su memoria es más enaltecida por el PRI porque ve en él un modelo a seguir con la frase “El respeto al derecho ajeno es la paz”, que muchos dicen que no es de Juárez, sino de Immanuel Kant.
Pérez Lara afirma que existe una negación de simpatía en Querétaro por el Benemérito de las Américas, porque quitó las alcabalas, que eran sitios donde se llegaba con las mercancías, los comerciantes dejaban cierta cantidad de éstas y podían hacer uso de los caminos. Era un impuesto por atravesar el estado y eran recursos que se quedaban en Querétaro.
Juárez junto con Melchor Ocampo, desde el año de 1848 comienzan a transformar este modelo, en el sentido de que las garitas que estaban puestas en Querétaro —había una incluso en La Cañada—, era en donde se recibían impuestos, precisamente por el uso de los caminos, pero con el interés de Juárez y de Ocampo de integrar a Estados Unidos en una realidad comercial con México que apuntara hacia el sur del continente, las mecánicas de administración queretanas se veían amenazadas.
“Económicamente Juárez, con su política de incluir a los Estados Unidos a este tránsito de comercio internacional, afectó el esquema que los queretanos habían construido desde siglos antes y que tenía un buen funcionamiento con el uso del Camino Real y sus diferentes maneras de administrar.
Tanto religiosa, económica y políticamente, Benito Juárez no ha sido bien visto como una persona que en realidad tenga una simpatía. Se podría decir que existe una especie de simpatía culposa por Maximiliano de Habsburgo, en el sentido de que por Querétaro hizo más obras sociales que el mismo Juárez. Como se recordará, hubo un momento en el que proclamó como príncipe a un niño indígena, que por desgracia murió, y que era un indígena otomí… uno formalmente es un héroe, pero al final de cuentas la gente, en Querétaro, ve a Juárez como un empleado de los gringos”, abunda.
Señala que Juárez sentó las bases del capitalismo en México, con una perspectiva y una filosofía estadounidense.
Asimismo, dice que el político nacido el 21 de marzo de 1806 es un personaje obligado para los mexicanos, pues siempre buscó la manera de “embonar” con el proyecto de Estados Unidos, y la prueba es que vivió y estudió durante algún tiempo en aquella nación, donde aprendió algunas estrategias que aplicó en México.
Gustavo Pérez Lara recuerda que incluso que la estatua de Benito Juárez, inaugurada en el Cerro de las Campanas el 15 de mayo de 1967, ha sufrido amenazas de atentados, como en los 80, durante el gobierno de Rafael Camacho Guzmán, de 1979 a 1985.
“Hubo resacas fuertes, pues Camacho Guzmán fue un promotor del indigenismo, a tal grado que en 1985 es cuando se inauguró la estatua de Conín. Camacho Guzmán, durante su gobierno, metió en cintura tanto a estudiantes como al Clero. Es muy importante pensar que para el 8 de mayo de 1980, con el movimiento estudiantil que fue reprimido por el gobierno estatal, en represalia se decía que atentarían contra la estatua de Juárez, pues se dice que encontraron supuestos artefactos explosivos al interior del monumento”, asevera.
Sin embargo, para el historiador esta versión podría ser falsa, pues nunca hubo evidencias fehacientes sobre estos hechos.
Mano dura. Muchos dicen que el personaje nacido en Oaxaca era un católico devoto, y que como presidente iba a misa a la catedral de la Ciudad de México.
Para el historiador, Juárez murió a tiempo, porque si no sería recordado de otra manera.
“Todo ese concepto de justicia que manejaba lo supo combinar con la paz y justicia social para las clases supuestamente olvidadas, pero creo que dentro de definir el concepto de un dictador también tendríamos que consultarlo, porque desafortunadamente vivió un país muy inculto, más del que tenemos ahora.
Entonces, para hacer valer las disposiciones de un progreso a veces hay que emplear la mano dura. Tal fue el caso de Benito Juárez y Porfirio Díaz. Si de alguna manera él hubiera tenido que usar la figura de un dictador, en lo personal, consideraría que estaría haciendo lo necesario… sí, considero a Juárez como un dictador, pero muy hábilmente usando esa figura de ser un indígena que le hará justicia a los desfavorecidos. Es precisamente lo que está sucediendo con nuestro actual presidente de la República”.