Escritor e ilustrador de libros infantiles, músico, performance, standupero, contador de historias, cargador de bancas y un pésimo hipócrita. Así se describe Juan Gedovius mientras se prepara para esta entrevista y toma asiento en una pequeña banca de madera, ubicada en el espacio que ocupa la Biblioteca Infantil de la Universidad Autónoma de Querétaro (BIUAQ).
Juan, amigo cercano y asiduo de la BIUAQ, que coordina la promotora de lectura y psicóloga Beatriz Soto, acude como invitado al XIII aniversario de la BIUAQ: el de la suerte, dice él... Y es que no es cualquier aniversario, sino el primero que se celebra “a lo grande” después de la pandemia, sin cubrebocas y sin restricción de los espacios.
El propio ilustrador dice que fue una etapa de pérdidas: de vidas, empleos, relaciones sociales y de capacidad de atención de las nuevas generaciones; una etapa de la que no se pudo regresar sin haber experimentado cambios, en lo personal y en lo social.
“No me gusta la palabra retomar, porque para bien o para mal, no somos los mismos. El volver implica nuevas estrategias de ver cómo abordamos este nicho en el que decidimos jugar. Algo que no hicimos fue oírnos, qué nos dolió, qué aprendimos, qué cicatrices nos dejó. Cometimos el error de regresar como si fuera una pausa y no fue una pausa, porque eso implicaría que todo siguiera exactamente como estaba antes y no es así”, dice.
“Una de las cosas que desaprendimos en todo este tiempo fue apostarle a la inteligencia y eso me parece un error terrible; no hay censo de infancias que se vieron obligadas a dejar las escuelas y no hay un plan para recuperar. Nos toca escuchar mucho, cómo vienen, en qué se quedaron, qué esperan, en dónde podemos ayudar y dónde nos pueden ayudar ellos”, afirma.
En esta apuesta por la inteligencia, los libros y la lectura pueden ayudar a dotar a las infancias de las mejores herramientas para que enfrenten y hereden un mundo complicado, pero también con “retos lindos”, apunta el escritor e ilustrador, aunque hace la acotación de que en los libros tampoco se encuentran todas las respuestas.
“Se inventa una cantidad de cosas que tienen que ver con la lectura, hasta slogans políticos; pero la lectura, intrínsecamente, no te hace mejor persona, ni más brillante; simplemente te da otro punto en el horizonte, te da opciones. Porque nos hemos quedado sin opciones, le hemos dejado todo a un algoritmo que estamos esperando que nos recomiende lo que nos gusta, ya ni siquiera buscamos. Pero en los libros siempre hay hallazgos”, comenta el autor de “Morado al cubo”, “Cuáles animales”, “Tralalario”, “El Tintodonte”, y “Trucas”, entre otros títulos para niñas, niños y no tan niños.
“Quiero pensar que les estamos dando una herramienta a las infancias para que se coman al mundo, para que hagan de este planeta un lugar mejor, que sean elementos activos de transformación y que no nos esperemos a que paguen impuestos para tomarlos en cuenta”.
Para Gedovius, el frenético algoritmo de las redes sociales no es un peligro para la existencia de los libros, ni las bibliotecas o las librerías, a pesar de que la vox populi diga lo contrario.
“Hay una división grande entre los que quieren pensar y los que no; hay un gran porcentaje de personas que no quieren pensar. Es una herencia pandémica también, todo tiene que ser rápido y recomendado, de ya no quiero buscar. El algoritmo siempre va a estar recomendado o patrocinado por alguien o algo que tiene un interés detrás, es una anomalía y los libros siempre estarán ahí, a pesar de cosas como crisis de papel, se siguen imprimiendo, comprando, compartiendo, heredando, prestando, incluso robando, porque siguen siendo objetos de deseo, y más en los espacios infantiles”, asegura Juan, mientras observa libros grandes, pequeños, coloridos, altos y bajos, gordos y flacos que le regresan la mirada desde la estantería de la BIUAQ.