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“¿Recuerdas cuando de niños hacíamos los caleidoscopios con cualquier cosa que teníamos en casa? Ahora los encuentras en las tiendas con material de calidad, pero antes ni había, los tenías que crear, los hacías con corcholatas, con un pedazo de vidrio roto, lentejuelas, cualquier cosa que brillara, esa es la idea con la que comenzó la pieza”, cuenta el artista visual Miguel Loyola sobre la creación de Carrazcopio, instalación que forma parte del Festival Querétaro Experimental.
En el andador Venustiano Carranza del Centro Histórico de Querétaro, se encuentra Carrazcopio, pieza que ha logrado cautivar al público, al grado que no sólo se toman fotos con ella para testificar su paso por el lugar, también escriben recados en su estructura, algunos dejan mensajes muy optimistas, románticos y otros más osados escriben su teléfono con la esperanza de alguna cita: ¡Llámame! Eso la convierte, dice Miguel, en una escultura viva.
El trabajo del diseñador industrial y artista visual queretano se ha visto en espacios como el Museo de la Ciudad, Galería Libertad, Centro de Arte Bernardo Quintana, Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro, también ha realizado instalaciones a campo abierto, utilizando todo tipo de materiales.
Carrazcopio es su primera instalación en la vía pública. Actualmente trabaja en una serie de esculturas furtivas para el espacio público, proyecto que propone la acción de plantar esculturas sin previo aviso, invadiendo el espacio, “para hablar del apabullante tema de las desapariciones en el país, una forma de hacer un memorial a los desaparecidos, con esculturas que aparecen y desaparecen”.
No es la primera vez que Miguel toca el tema de la violencia, en su primera exposición individual en la ciudad, 2441, abordó el tema del incremento de asesinatos en México. “Sí creo que como sociedad dichas problemáticas nos atañen indiscutiblemente, es un problema de Estado, en el país donde vivimos todos y por lo tanto nos corresponde hablar de ello”, explica.
La transformación y degradación son también temas de su obra, y el espacio donde se presenta también es importante para la planeación y desarrollo de su trabajo. En el caso de Carrazcopio, la pieza fue pensada especialmente para el andador Venustiano Carranza, un estrecho pasaje con una ligera inclinación, que fue estudiado para la composición final de la pieza, analizando el tamaño, la estructura y sobre todo la vista final, en ambos sentidos del andador.
Con el paso de los días la instalación también se ha transformado, no sólo en cuanto a sus materiales, sino que la pieza tiene una invitación para que la gente le agregue elementos de forma libre. El resultado es que le han colgado cubrebocas y recados con mensajes de todo tipo.
“La gente puede participar de forma libre agregando cosas, y le cuelgan tiliches, le dejan papelitos, cuando te detienes a ver, el 95% de los mensajes son positivos y tienen esta idea de crear comunidad, mensajes motivacionales, cosas románticas, o la frase: ‘aquí pasó tal persona’. Mi obra tiene también el tema la transformación y la degradación, lo primero que propuse para ese lugar es la transformación a través de la acumulación de material, pero también de la gente, porque la misma gente va transformando la pieza”.
La invitación para realizar esta instalación llegó acompañada con la encomienda de crear una obra donde la gente pueda sacarse fotos. Pero más que eso, Miguel buscó que la instalación tuviera distintas perspectivas de sacar una fotografía, cada uno de los sentidos del andador tiene una vista diferente; y hay unos pedales que, durante la noche, permite que la misma gente los utilice para iluminar ciertas secciones de la instalación, así que, para que una fotografía se vea iluminada en su totalidad, otras personas tienen que participar interactuando con la pieza.
El público es el protagonista
Miguel Loyola invitó a participar a otros jóvenes artistas en Carrazcopio: Violeta Arciga, Karen Cervantes y Arturo Sánchez, pero más allá de sobresalir sus nombres, incluso el de Miguel, el protagonista de la instalación: es el público.
“De eso se trata la idea de hacer una instalación pública en un lugar con tanto tránsito, de despersonalizar la autoría y que se vuelva del público, en ese sentido fue un éxito, porque hasta se le suben encima, la hacen una escultura verdaderamente pública y viva”, agrega.
La instalación permanecerá en este andador del Centro Histórico, hasta que terminen las actividades del Festival Querétaro Experimental, y después está el plan de adaptarla a otros espacios de las delegaciones del municipio, realizando actividades como talleres para que la gente conozco el origen y razón de la obra y sea partícipe de su transformación.