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En medio de un ensayo de La manzana, pieza dancística inspirada en la Lengua de Señas Mexicana que estrenan mañana en el CEART de Santa Rosa de Viterbo, Alejandro Chávez, director de la compañía de danza Ciudad de Interior, habló con EL UNIVERSAL Querétaro de Éxodo nocturno (El no lugar), montaje que presentarán en el Festival Internacional Cervantino 2019.
El 23 de octubre, a las 17:00 horas, en el Teatro Cervantes de Guanajuato, será el estreno mundial de Éxodo, pieza que toca el tema de la migración y que tiene el objetivo de sensibilizar al espectador sobre esta problemática evidente en México e innegable en Querétaro.
No es la primera vez que Ciudad Interior se presenta en el Cervantino, ¿en cuántas ediciones han participado?
La compañía va por quinta vez, y ahora vamos con una pieza que se llama Éxodo nocturno; se hizo una audición a finales de noviembre del año pasado y quedamos nosotros como la única compañía de danza contemporánea que va a bailar en el Cervantino.
¿Éxodo es resultado de qué reflexión?
Había hecho una primera versión hace como siete años, un Éxodo nocturno, y se vuelve a retomar para el Cervantino, obedece a un rompimiento personal y profesional, pero sobre todo retoma dos momentos muy fuertes en mi vida, yo crucé el río e hice toda esa travesía por tres días; y el otro instante es que yo tuve una pareja extranjera y me di cuenta que es más fuerte la situación migratoria aquí incluso que en Estados Unidos, me enfrenté a muchos conflictos para arreglar sus papeles, muchas trabas y problemas, papeleos con poco deseo de ayuda al inmigrante. A partir de ahí decido retomar la pieza nuevamente, es una versión nueva, diferente y afortunadamente el Cervantino nos llamó para estar el 23 de octubre, en el Teatro Cervantes.
¿Tú hiciste el cruce del río que separa a México de Estados Unidos?
Hace muchos años, este es un secreto que ahora estoy revelando, bueno, mucha gente de mi compañía lo sabe, pero lo he guardado durante mucho tiempo, es la primera vez que lo digo abiertamente.
¿Ibas sin papeles?
Sí, sin papeles y logré atravesar, al último momento decidí no seguir, mi intuición me dijo: no lo hagas. Iba con un amigo y él sí tenía papeles, pero cruzó conmigo. Era un día lluvioso, se calmó y parecía que iba a seguir lloviendo, ahí tuve un mal presentimiento de que algo podría pasar y decidí regresar en ese momento, luego pasé todo un proceso del cual ya no quiero hablar.
¿Eso hace cuánto fue?
Hace muchos años, antes de que yo fuera bailarín, casi 25 años.
Lo que tú viviste lo ha vivido mucha gente, gente que no ha logrado cruzar la frontera y gente que no ha logrado volver a casa, hay muchos migrantes desaparecidos.
Sí, y por eso en la pieza representa a la gente que desaparece y se vuelven números, expedientes, hay un momento en donde decimos números: 100, 320, son números de gente que sólo han descubierto los cadáveres y encuentran la ropa o algunas pequeñas pertenencias muy personales, de ahí se está tomando la idea de esto, hay un hombre que lo encontraron muerto y traía un arroz donde tenía sus iniciales y las de su esposa, eso es un punto de partida para hablar de esto, porque la gente guarda pequeños recuerdos en su travesía.
Es un tema muy doloroso
Sí, pero hemos perdido sensibilidad, hablamos poco y políticamente se usa demasiado, pero se queda sólo en la superficie.
¿Y cuál sería el mensaje para el público?
Hacer un poco de conciencia, hemos perdido sensibilidad incluso las personas que estamos cercanas al arte y no ve los problemas internos; por ejemplo, en Querétaro no veo un involucramiento total del círculo de artistas con los grupos minoritarios o los grupos con problemáticas sociales fuertes, estamos muy sumergidos en nuestro trabajo que olvidamos el día a día y a los demás. Nos hemos alejado de las problemáticas sociales.
¿Por qué ese alejamiento?
Nos hemos confundido, creemos que somos como especiales y no tenemos nada de especiales los artistas, el que tengamos acceso a la comunicación, conocimiento, a una carrera universitaria y especialización, no nos hace especiales, debería hacernos agentes de cambio verdaderos, sino somos cómplices de un entramado político.
¿Y sí ves un futuro positivo?
Por supuesto, durante 10 años hice piezas que hablaban de la desolación total y lo que pasa en México, totalmente violento, y me preguntaban por qué había cambiado la línea, desde una pieza que se llama Expediente México, porque las cosas tienen que cambiar, pero uno lo tiene que cambiar, los políticos no lo harán, si nosotros no lo hacemos nadie lo va a hacer y yo sí tengo fe; hasta ahora que tenemos el México en Escena, hago una reflexión sobre la compañía y hemos llegado ahí por méritos propios, por años de trabajo y por el deseo de hacer cambios.