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Cometas sobrevuelan Tequis

El colectivo Volarte Papalotes asistió a la cuarta edición del Festival Nacional de Papalotes, que hasta hoy recibirá a todas las familias en la Cava de Quesos Bocanegra

Foto: Guillermo González, El Universal
27/01/2019 |07:10Donna Oliveros |
Redacción Querétaro
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“Un papalote nos ha llevado a volar tan lejos”, dice Federico Rojas mientras intercambia una sonrisa de complicidad con Pedro Cuacuas. Se trata de dos artistas de Puebla que con la elaboración de portentosos macro cometas artesanales, han logrado sobrevolar renombrados festivales de papalotes en México y varios lugares del mundo.

A pocos días de haber regresado de Gujarat, en la India, los miembros del colectivo Volarte Papalotes tomaron rumbo hacia Querétaro para formar parte del Festival Nacional de Papalotes, cuya cuarta edición llegará a su fin hoy en la Cava de Quesos Bocanegra.

Mientras construyen ante los ojos del público uno de sus modelos más pequeños, los ganadores del 11º concurso de papalotes del Museo de Arte Popular recuerdan cómo inició este gran proyecto.

“De niños empezamos como todos, a volar nuestros papalotitos de bolsa de plástico y dos varitas. A través del tiempo fue que comenzamos a hacer estrellas, y de 10 años para acá se nos ocurrió modificar la idea tradicional del cometa, creando figuras tridimensionales”, explica Cuacuas, quien tras un grave accidente en el que por poco pierde la vida, tuvo que dejar su antiguo trabajo como pintor de edificios, y buscar una actividad que le permitiera seguir aportando dinero.

Así se le ocurrió la idea de elaborar papalotes monumentales para participar en concursos y festivales de cometas, donde coincidiría al poco tiempo con su actual pareja de viajes, Federico Rojas.

“Esta no es mi fuente principal de ingresos, pues me dedico a vender huevos por mayoreo en el mercado de abastos y trabajo en la biblioteca de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). En realidad comencé a hacerlo como un pasatiempo junto a mi hijo; no quería que anduviera todo el tiempo en el celular o viendo caricaturas, y ahora es algo que hacemos todos en familia”, comparte Rojas.

Además de afinar su técnica, con el tiempo han hecho aportes en este arte, gracias a que otros países como los han invitado a representar a México con el cometa bien en alto.

Aunque por problemas salud Pedro no pudo asistir a la última invitación, Federico no desaprovechó la oportunidad de portar la bandera del colectivo y su país en el afamado Festival Internacional de Cometas (IFK) de la India, evento organizado desde 1989, al que México no había sido invitado antes.

Así que con ayuda de su colega, embaló todas las piezas y el papel en tubos de PVC para reunirse en Asia con representantes de más de 60 países, entre ellos Corea, China, Malasia, España, Francia, Colombia y Argentina.

“Yo lloré… pues nunca había visto tantos papalotes juntos (…) Una tarde en Patán, todas las personas subieron a las azoteas de los edificios más altos para volar sus papalotes. Ese día se hizo un combate de cometas: ¡Había entre 50 y 100 mil papalotes en todos lados”, recuerda Rojas sobre esta tradición, en la que cada año las familias hindúes conviven con sus familias y amigos, en los terrados de sus aposentos, durante este espectáculo de colores.

Finalmente, el dúo anuncia que está en sus planes asistir a los festivales de Francia, China, Italia, Costa Rica y Colombia en este año, no obstante, aún no cuentan con ningún tipo de apoyo institucional, aunque han sido reconocidos por el gobierno mexicano.

“Hay muchas invitaciones, pero poco dinero (..) Esa es la tristeza que tenemos porque aunque hemos representado a México, en Puebla nos han dicho que no hay recursos, que por el cambio de administración y ahora, que por lo de Moreno Valle y Martha Érika Alonso”, lamenta Cuacuas, quien además subraya al regateo como otro problema para poder subsistir y financiar sus proyectos.

“Ya verás, ahorita que termine este (el papalote), que lo armemos y les pidamos 1,200 pesos por él, la gente va a empezar a regatear, nos dirán: ‘te doy 200, te doy 300’. Por eso siempre optamos por desamarlos, porque no solo es el material, es nuestro trabajo, es mi arte… ¿me quieren pagar mi arte en 200? Pese a que les explicamos que vamos al cerro a conseguir los popotillos o varillas para el armazón, el tiempo que tardamos en trazar y amarrar… llegan y quieren abaratar nuestro trabajo… eso un insulto para nosotros”, puntualiza Pedro, e invita a los particulares y empresas interesadas en apoyar su proyecto, a sumarse; prometiéndoles portar sus marcas en los festivales, y darles difusión a través de sus redes.

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